Gloria al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.
Después de haber culminado las Fiestas Pascuales con la Solemnidad de Pentecostés celebraremos ahora tres Solemnidades que prolongan la alegría de la Pascua y nos hacen balbucear en el Amor inmenso de Dios para con nosotros: La Santísima Trinidad, el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo y el Sagrado Corazón de Jesús.
Hoy, en este Domingo, somos convocados a celebrar la Santísima Trinidad:
• Dios-Padre que nos ha que nos ha hecho sus hijos en Cristo, por medio del cual nos ha salvado.
• Dios-Hijo, que se ha hecho Hombre por nuestra Salvación y que por su amor a nosotros nos envía el Espíritu Santo
• Dios-Espíritu que nos anima y nos impulsa a vivir la comunión entre todos los hombres.
Nuestra fe tiene unos contenidos básicos. Unos contenidos que no se refieren a cosas sino a personas. Creemos en Dios Padre que ha enviado a su Hijo Jesucristo para nuestra Salvación y que ambos nos dan el Espíritu Santo para guiarnos hasta la verdad plena. De ahí que nuestra fe sea una adhesión al Dios uno y trino. Un Misterio de Comunión.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “es el misterio central de la fe y de la vida cristiana” (nº 234), es un misterio que no sólo hemos de creer, sino que este misterio es el que da sentido a nuestra fe y a nuestra vida de creyentes, a todo lo que pensamos, decimos y hacemos como cristianos. Aquí está la base de todo cuanto creemos, el alma de toda nuestra vida y la razón de toda nuestra esperanza. Es el quicio y el eje en torno al cual gira constantemente nuestra vida de creyentes.
Hemos sido creados para entrar en este fuego de amor, que es la Santísima Trinidad, y tomar parte de aquel <<tú>> que el Padre pronuncia sobre su Hijo, en el cual hemos sido hechos hijos por la fe.
Creer en la Trinidad no significa resolver un problema teológico sino vivir la relación de amor que hay entre nosotros y el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo:
– Vivimos ante el Padre, sabiéndonos hijos, y sabiendo que Él venimos y hacia Él vamos.
– Vivimos unidos a nuestro Hermano mayor y Salvador, Jesucristo
– Vivimos inundados del Espíritu, el gran don que ha sido derramado en nuestros corazones por el Padre y el Hijo.
A este Misterio alabamos, Gloria al Padre, gloria al Hijo , Gloria al Espíritu Santo, y en la Oración nos dirigimos a Dios Padre por medio del Hijo en el Espíritu Santo. Es muy importante cultivar esta alabanza y cultivar esta actitud orante y contemplativa para introducirnos en el Misterio de Dios.
En esta Solemnidad tenemos muy presente la Celebración del “ Día pro Orantibus”, es decir, el Día de la Vida contemplativa, hombres y mujeres que desde el silencio del claustro viven entregados a la Oración y la Alabanza a favor de toda la Iglesia, a favor de toda la humanidad. Nuestra Diócesis cuenta con nueve Comunidades de Vida contemplativa: Agustinas Recoletas en Oviedo y Gijón, Benedictinas en Oviedo, Clarisas en Villaviciosa, Carmelitas Descalzas en Oviedo y Gijón, Dominicas en Cangas de Narcea, Pasionistas en Oviedo y Salesas en Oviedo
Demos gracias a Dios por toda su Obra de Amor y alabemos al Padre, por el Hijo con el Espíritu Santo y que todo el obrar de nuestra vida sea a Gloria de la Santa Trinidad.