El sábado 14 de mayo, miembros del grupo de oración efectuamos una Vigilia de Pentecostés a las 10 de la noche en la Iglesia Parroquial de Arriondas; auspiciada por el padre Adolfo, quien siempre nos sorprende con novedades , precisamente se trata de una Vigilia de Oración al Espíritu Santo, hecho desconocido para muchos cristianos, pues lejos estuve de imaginar que existía esa Vigilia.
Hemos descubierto con nuevos ojos un regalo más, de esos que tanto recibimos cada día de la Iglesia. Las personas que tuvimos el honor de compartir este momento fuimos ubicados detrás del Altar, alrededor del sacerdote, donde se puede observar el Templo en toda su magnitud, es una perspectiva diferente, siendo todo un privilegio al estar tan cerca del lugar donde en cada Misa se produce la actualización del misterio Eucarístico.
La Vigilia fue celebrada solemnemente por el sacerdote, quien logró que pudiésemos sentir el ambiente de Fiesta al invocar al Espíritu Santo, a través de la fuerza divina de la oración, “Ven Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos, llena de Gracia Celestial los corazones que Tú creaste………”.
Posteriormente fueron entonados algunos salmos, “Alabad, siervos del Señor, Alabad el nombre del Señor, Bendito sea el nombre del Señor ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor”. (Salmo 112), y tras los Salmos cantamos “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor”.
A medida que la celebración avanzaba, podías sentir su divinidad entrañable, ya que cada oración, cada salmo y cada canto, permitía que fueras introducido en el misterio de la oración y con ello en lo más profundo del Espíritu.
En la Vigilia Pascual fue proclamada la palabra de Dios, así lo hicimos nuevamente en esta Vigilia, utilizando cuatro lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento, con sus correspondientes Salmos, lecturas cargadas de significado, la primera Génesis 11,1-19 que hace referencia a la Torre de Babel, la confusión, el sinsentido ; la segunda lectura del Éxodo 19,3-8, el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo ; la tercera e impresionante lectura de Ezequiel 71,1-14 donde describe la inmensa explanada llena de ¡¡Huesos secos!! Y de cómo el Señor infundiendo su Espíritu los hace volver a la vida y en la cuarta lectura San Pablo a los Romanos 8,22-27 descubrimos como el Espíritu acude en nuestra ayuda dándonos lo que necesitamos, aunque a veces no sea exactamente lo que pidamos.
Después del Aleluya el padre Adolfo nos aclamó el Evangelio de San Juan 7, 37- 39, “Manarán torrentes de agua viva” y tras ello hablamos un poco del sentido de todo lo leído, de la contraposición de los textos, de como la falta de entendimiento de la Torre de Babel es lo contrario al entendimiento cuando hay Espíritu Santo y contrastamos igualmente cómo los huesos secos y sin vida son lo contrario a la vida que infunde el Espíritu.
A continuación de estas reflexiones tuvo lugar la Memoria de la Confirmación, colocamos un pequeño brasero con carbón e incienso en el altar y el sacerdote pronunció una plegaria preciosa “Seas bendito, Dios Padre omnipotente. Tú que en el principio has creado la luz y has dejado en el hombre creado a tu imagen, la huella de tu amor………” Y pedimos que el Señor renovara su Espíritu en nuestros corazones.
La culminación de la celebración fue la Eucaristía, toda una sorpresa ya que comulgamos bajo las especies del Pan y el Vino, el broche perfecto para una celebración preciosa, el Espíritu Santo colmó nuestros corazones de calor y de alegría y retornamos a casa totalmente renovados.