El Avemaría es la oración por excelencia dedicada por la Iglesia a la Madre de Dios y Madre nuestra, desde los primeros siglos los cristianos emplearon el saludo del Arcángel San Gabriel en sus cultos, de esa manera es como comienza, en el Evangelio de San Lucas se revela el saludo del Ángel ¡Alégrate llena de Gracia, el Señor está contigo!, esta es pues la parte más antigua de la oración, de la Bienaventurada siempre Virgen María.
En la misma índole la primera parte del Avemaría continúa con el saludo que el Espíritu Santo inculca a la prima de la Santísima Virgen, Santa Isabel, y es así como Lucas narra ¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
Es Severo de Antioquía, muerto en el año 538, el primero en unir estos dos pasajes en una sola oración, es así como Severo se hace eco en una fórmula ritual del Bautismo (cf. Acta Sanctorum VII). Existe también un testimonio arqueológico precioso, en Lúxor, Egipto, se ha encontrado un óstracon ((inscripción en vasijas de barro) con las palabras del Ángel y de Santa Isabel formando parte de un todo.
Hay que esperar hasta el siglo XI-XII para encontrar un uso generalizado y popular de la oración del Ave María (siempre hasta «bendito es el fruto de tu vientre») y a menudo, en esa época, los concilios recomiendan que se enseñe a los fieles. En ese momento, en los monasterios, comienza la práctica del Rosario, llamado «salterio del Ave María» (había otro «salterio del Padrenuestro»): una repetición devota del Avemaría, unas 150 veces, sustituyendo los 150 salmos (salterio) para los monjes que no sabían leer.
Es la Iglesia, con el Papa Urbano IV la que en el siglo XIII añadió la palabra María al principio y Jesús al final, quedando de esta manera configurada la primera parte del Avemaría tal y como hoy en día la conocemos.
La segunda parte procede del pueblo de Dios, la Iglesia, requiriendo la intercesión de María ¡Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte Amén!.
El 23 de octubre de 1498, apareció impreso en Brescia, Italia, el primer texto completo del Ave María, tal y como se reza en la actualidad, fue incluido en una obra dedicada a la Virgen compuesta por el padre servita Gasparino Borro.
Ya es en 1568, cuando el Papa Pío V, al promulgar la nueva Liturgia de las Horas, introdujo y prescribió la fórmula completa del Ave María y dispuso que todos los sacerdotes al iniciar en cada hora el rezo del Oficio Divino, recen el Avemaría después del Padre Nuestro.
La riqueza de nuestra religión está dotada de hermosura, la oración más querida y utilizada por los fieles para nuestra Madre del Cielo, el Avemaría, tiene a sus espaldas toda una sorprendente tradición de miles de años; desde los primeros tiempos hasta nuestros días, ha ido enriqueciéndose y conformándose hasta llegar al momento actual tal y como la conocemos.
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