Existe una Oración Universal que nos fue entregada por el mismo Dios hecho hombre y que es perfecta, porque por una parte viene de Él y por otra parte encierra todo lo que el hombre necesita para el cuerpo y para el espíritu. Es la Oración por excelencia, la Oración Universal, tan preciosa que a pesar de los Siglos que han pasado desde que se dijo por primera vez sigue inmutable.
Si la meditamos con paciencia y con amor vemos que es por sí sola una regla de perfección , pues en ella se recoge todo lo fundamental para santificarse.
Así Jesús nos dijo: “Padre nuestro” pues de esa manera quiso Jesús que llamásemos a su Padre , Padre nuestro también, porque Jesús nos explicó claramente que seríamos uno con Él si permanecíamos en Él, hoy el Evangelio de San Juan nos dice “si guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor”.
Antiguamente el hombre debía agachar su rostro temblando para poder dirigirse a la Omnipotencia de Dios, con más temor y respeto que con amor, puesto que solo imaginar y pensar en el poder de Dios era para los hombres algo tremendo, pues Dios Todopoderoso está tan por encima de nosotros que todo era poco para venerarlo , de hecho ni siquiera se podía pronunciar su nombre, era el Impronunciable.
Sin embargo llega Jesús y Él nos dice “venid”, Yo puedo, debo, quiero elevaros al azul del cielo, no rebajaros al polvo, no que estéis lejanos, sino cerca; no como esclavos, sino como hijos que se reclinen sobre el pecho de Dios, ¡Padre! ¡Padre!, decid, no os canséis de pronunciar esta palabra. ¿No sabéis que cada vez que la decís el Cielo resplandece por 1ª alegría de Dios? (tomado de Poema del Hombre Dios, María Valtorta).
Jesús , el Verbo, se hizo carne, para con su sacrificio abrirnos de nuevo las puertas del Cielo, vino a entregarse por Amor , vino a devolvernos la dignidad de hijos de Dios que habíamos perdido.
Y ya con esa dignidad recobrada por obra de la misericordia de Dios, pensemos entonces de nuevo por un momento en la grandiosidad de esas palabras “Padre mío”, “Padre Querido” “Padre que perdona”, “Padre que nos ama”, “ Padre que nos hace hermanos de todos los seres humanos”, “Padre Nuestro que estás en el Cielo” , el hombre ya no está solo, no importan las circunstancias que haya tenido que vivir en este mundo, no importa los padecimientos que haya sufrido, no estamos huérfanos, tenemos nuestro Padre del Cielo, que nos ama inmensamente y nos cuida y se pone feliz cuando cualquiera de sus hijos lo recuerda y lo llama con amor.