El 24 de noviembre del año 2000, fue uno de esos días tristes para muchos cristianos de todo el mundo, ya que fallece en Medjugorje el padre Slavko Barbarik, un gran apóstol de la Gospa y al día siguiente el mensaje que la Virgen nos deja expresa la gratitud por estar presentes a su llamado:
“Queridos hijos, hoy, cuando el Cielo está de manera especial cerca de ustedes, los invito a la oración, para que a través de la oración pongan a Dios en el primer lugar. Hijitos, hoy estoy cerca de ustedes y bendigo a cada uno con mi bendición maternal, para que tengan fuerza y amor para todas las personas que encuentren en su vida terrena y para que puedan dar el amor de Dios. Me regocijo con ustedes y deseo decirles que su hermano Slavko ha nacido al Cielo y que intercede por ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.”
Si piensas por un instante en estas palabras “el padre Slavko ha nacido al Cielo” pueden lograr sorprenderte por la hermosura que encierran, existe también una expresión preciosa que escuché por primera vez a los padres franciscanos y dice: “el hermano ha regresado a la Casa del Padre “.
En el Evangelio de hoy San Juan reflexiona sobre la Casa del Padre y Jesús nos dice: “En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo “.
Es preciso entonces abrir los ojos del alma y comprender que formamos parte de la gran familia del Cielo, que allí tenemos nuestra Casa, que unos están allí y otros estamos aquí, (la Comunión de los Santos), pero que todos estamos unidos en familia. San Francisco de Asís nos platicaba de la hermana muerte, porque alguien amigo es alguien que nos trae algo bueno y la muerte nos trae nada menos que la Vida Eterna.
Por eso lo verdaderamente importante y lo que en verdad te debe preocupar es únicamente el alma y las almas de los que nos rodean, porque eso es lo que vamos a llevar para el Cielo, nuestra alma, San Mateo en su Evangelio expresa: “No temáis a los que puedan matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo a la gehena”.
A pesar de nuestras certezas, cuando la hermana muerte nos sorprende con un ser querido sentimos fuertemente el dolor de la pérdida y parece que se nubla nuestro entendimiento y el dolor nos confunde.
En ese momento es cuando tienes más cerca que nunca a Jesús y a su Santa Madre, nuestra Madre que ruega por nosotros y por el mundo entero, en momentos de dolor Ellos se hacen presentes para ayudarnos a llevar la Cruz, esa Cruz que es temporal, ya que estamos predestinados a disfrutar de la Gloria del Cielo y del Amor Eterno de Dios, para siempre.