En este Domingo del Buen Pastor celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Lo hacemos siguiendo la indicación de Cristo en el Evangelio: “Rogad al Dueño de la mies que mande obreros a su mies”. Dios nos ha llamado a la vida y nos ha dado el don de la vocación, la vocación de ser sus hijos, la vocación bautismal. Y con esta vocación bautismal nos ha dado una misión esencial que cumplir: ser testigos del amor de Dios. Y después a cada uno Dios le llama a vivir esta misión desde una vocación particular concreta: el sacerdocio, la vida consagrada, la vida laical, en el matrimonio o en la soltería.
La vocación sacerdotal, siendo pastores de la Iglesia, haciendo presente a Cristo Cabeza y Pastor. La Comunidad Cristiana necesita de estos pastores que hagan presente a Cristo en medio de ella.
La vocación a la vida consagrada, en su variedad de formas y carismas que el Espíritu Santo ha ido suscitando en a Iglesia. Siguen a Cristo en pobreza, castidad y obediencia en el servicio a los demás desde el seguimiento radical del Señor.
La vocación laical, llamados al compromiso temporal para transformar el mundo, siendo luz y sal del Evangelio en medio de él. Comprometidos con Cristo para transformación de este mundo según el Proyecto de Dios.
En este año el lema de esta Jornada es: “Te mira con pasión”. En la mirada de Cristo sentimos la invitación al seguimiento y a la misión. Nos dice el Papa: “Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús” La mirada de Jesús mueva al joven, a la joven, a un seguimiento más radical del Señor y esa mirada también compromete de una manera más profunda al servicio, a la entrega a los demás. Y en esta ocasión el Papa quiere acentuar el sentido de pertenencia a la Iglesia, así en el Mensaje para esta Jornada nos dice: “ Ojalá puedan redescubrir que la vocación cristiana, así como las vocaciones particulares, nacen en el seno del Pueblo de Dios y son dones de la divina misericordia. La Iglesia es la casa de la misericordia y la <<tierra>> donde la vocación germina, crece y da fruto”. Por ello el Papa en esta Jornada nos invita a “contemplar la Comunidad Apostólica y agradecer la mediación de la comunidad en su propio camino vocacional”.
Somos invitados a orar. A Orar en un doble sentido: Agradeciendo el testimonio de los que han respondido a la llamada del Señor, de tantos sacerdotes, de tantos consagrados, de tantos misioneros y de tantos laicos,. Y pidiendo que el Espíritu del Señor mueva a responder a los que hoy el Señor sigue llamando para que suscite nuevas vocaciones en su Iglesia.
Podemos rezar esta Oración de San Juan Pablo II pidiendo por las Vocaciones:
Señor Jesús, Pastor de nuestras almas, que continúas llamando con tu mirada de amor a tantos y a tantas jóvenes que viven en las dificultades del mundo de hoy. Abre su mente para oír entre tantas voces que resuenan a su alrededor, tu voz inconfundible, suave y potente, que también repite hoy: «Ven y sígueme».
Mueve el corazón de nuestra juventud a la generosidad y hazla sensible a las esperanzas de los hermanos que piden solidaridad y paz, verdad y amor.
Orienta el corazón de los jóvenes hacia la radicalidad evangélica capaz de revelar al hombre moderno las inmensas riquezas de tu caridad.
¡Llámalos con tu bondad, para atraerlos a Ti!
¡Préndelos con tu dulzura, para acogerlos a Tí!
¡Envíalos con tu verdad, para conservarlos en Ti!
Amén
Y os pongo otra Oración también para rezar por las Vocaciones
Señor Jesús, así como llamaste un día a los primeros discípulos para hacerles pescadores de hombres, continúa también ahora haciendo resonar tu invitación: ¡Ven y sígueme!
Da a los jóvenes y a las jóvenes la gracia de responder prontamente a tu voz. Sostén en sus fatigas apostólicas a nuestros obispos, sacerdotes y personas consagradas.
Da la perseverancia a nuestros seminaristas y a todos los que están realizando un ideal de vida totalmente consagrada a tu servicio.
Suscita en nuestra comunidad el espíritu misionero. Manda, Señor, operarios a tu mies y no permitas que la humanidad se pierda por falta de pastores, de misioneros, de personas entregadas a la causa del Evangelio.
María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir «sí» al Señor que nos llama a colaborar en el designio divino de la salvación. Amén
Que la experiencia de la Misericordia de Dios en la mirada de Cristo a cada persona, a cada joven, suscite nuevas vocaciones.
Adolfo Álvarez. Sacerdote