Es curioso como Jesús pasa desapercibido en los Templos, llama poderosamente la atención ver a personas rezando frente a una imagen y a lo mejor tienen a su lado el Sagrario con Cristo vivo y no le prestan atención y es que no somos capaces de entender que Cristo está vivo en el Sagrario.
El otro día en el Catecismo una niña me preguntaba ¿y por qué está encerrado? Y es que los niños tienen la capacidad de confiar y como yo le decía que Jesús estaba vivo allí y ellos no lo cuestionan, simplemente les surgían dudas de ese tipo, ¿por qué está encerrado?, ¿por qué está solo?, los niños están mucho más cerca del Cielo que los adultos, pues un adulto se pregunta ¿Y eso es posible, Que Dios esté ahí?.
Hemos leído durante todos estos días, los discursos del Pan de Vida de San Juan, “Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”(Jn 6.56), eso nos lo repitió el Señor una y otra vez para que lo comprendiésemos, pero aún así nos cuesta creer que Jesús por Amor no nos haya querido dejar solos y se haya quedado en las formas del pan y el vino para estar hasta el final de los tiempos con nosotros, el Amor se tenía que marchar y no quería abandonar a sus amados y nació la Eucaristía.
El cardenal vietnamita Van Thuan le contaba a San Juan Pablo II que cuando fue encarcelado en 1975 su mayor preocupación fue cómo celebrar la Eucaristía, pues en la cárcel y sin medios no le iba a ser posible, al final con la ayuda de su familia y pasando escondidas las especies consiguió celebrar la Eucaristía con tres gotas de vino y una de agua en la palma de la mano y un poquito de pan y así hacía presente a Jesús diariamente en su celda, él cuenta que fueron las Misas más bellas de su vida.
Realmente Jesús se hace presente en la Eucaristía, Él es el pan de vida, se presenta en cuerpo, alma y divinidad, es el mismo que andaba por Galilea, “el mismo”, es cierto, no podemos verle y oírle o tocarle, necesitamos confiar y tener fe, pero es el mismo y cuando lo descubres con el corazón entiendes lo grande que es el Amor de Dios, ¿qué necesidad tiene Jesús de estar esperando por nosotros en el Sagrario?, pues ahí está amándonos, acompañándonos, esperándonos.
Hace poco oíamos hablar del beato Manuel González García, obispo del Sagrario abandonado, él había comprendido el misterio y por tanto se apenaba mucho de ver a Jesús solo y abandonado en el Sagrario.
Nosotros tenemos la inmensa suerte de poder celebrar cada día la Eucaristía, que es la unión con Cristo, “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”, tenemos el enorme privilegio de experimentar la Vida a través de ella, ayer decía el padre Adolfo que la vida eterna ya empieza en esta vida a través de la Eucaristía, Jesús vivo se da como alimento para fortalecernos y ayudarnos y amarnos, gratuitamente por Amor, anticipándonos de esa manera la Gloria del Cielo.