Hoy miércoles, precioso día de primavera, siento el regocijo de celebrar la Octava de Pascua y revivo cada segundo la Resurrección de Jesús, comprendiendo que sus enseñanzas son verdaderas y que El existe; ¡Jesús está entre nosotros, vive!, siéntelo y grítalo a tu alrededor, no importa que piensen que has enloquecido, porque enloquecer por Su Amor, es vivir.
Sumérgete en este maravilloso día con especial ternura y siente con pasión que estás viviendo una de las escenas más hermosas del evangelio, “El lavatorio de los pies”, que sucedió durante la Cena Pascual, donde Jesús predicó nuevamente el Amor que siente por ti y por mí, dejándolo plasmado como su único mandamiento, “Amaros unos a otros como yo os he amado”.
Él fue el Maestro, el Rabí, el Mesías, y por tanto superior en todo, sin embargo, realiza un gesto inaudito, imposible de entender tanto en aquella época como hoy en día, quitándose la túnica se ciñó al cinto una toalla (como si fuese un sirviente), luego llenó una palangana de agua y se arrodilló y predicando con su ejemplo, empezó a lavar los pies a sus discípulos ; con especial devoción, entrega y Amor, los lava, los seca con la toalla y los besa, el beso infinito, ese beso que te quema el alma, suave y lleno de misericordia.
Imagina la escena y te darás cuenta que es impresionante, Jesús el Señor, el Verbo de Dios encarnado en hombre, arrodillado lavando los pies, no solo a sus discípulos sino, a toda la humanidad. Contempla el estupor de todos, los gestos de sorpresa, incluso la negación de Pedro, ¡¡imposible!!, después recapacita, lávame las manos, la cabeza y el alma Señor y es que todos somos iguales a los ojos de Jesús, a todos nos lava y nos besa los pies, con su amor infinito, no importan nuestros actos, lo perdona todo, Él nos ama por igual y sin distinción.
Con su amor perpetuo quiere que comprendas que el primero es como el último, y que comas el alimento de la humildad, para nutrir el espíritu, perfeccionarlo y purificarlo, mostrando con hechos y no con palabras, que a veces nos pueden resultar vacías, el mandamiento del Amor, “Amaros unos a otros como yo os he amado”, Hagamos ahora todo lo que Él nos ha enseñado, como nos dice la Virgen María, Hagan todo lo que Él dice.
Ante tantas maravillas nos quedamos con el Amor incondicional y con el beso infinito, pero no sin antes sentir la necesidad de corresponder comprometidos en la vida y esforzándonos cada día con humildad, ya que es la manera de apreciar el valor que todos llevamos dentro, aunque estemos llenos de debilidades si recibimos Su gracia sentimos ese beso que nos transporta a otra dimensión.