EL SEGUIMIENTO DEL SEÑOR.
Seguimos en la Escuela del Señor de la mano del Evangelista San Lucas. Y en este domingo se nos invita a revisar como es nuestro seguimiento del Señor. Cómo estamos haciendo el camino al que el Señor nos invito para recorrerlo junto con Él .
Hoy se nos recuerda que entre Jesús y cada uno de sus discípulos, entre Jesus y cada uno de nosotros se establece una relacion nueva y original fundada en una comunion de vida, de sentimientos, de actitudes.
Ser discípulo es vivir en una estrecha amistad, una estrecha comunión con Cristo, teniendo sus sentimientos y actitudes. Que Cristo ocupe el centro de nuestra vida. Que vivamos desde Él y con Él. Que todo lo valoremos desde Él. No hemos de anteponer nada ni nadie a Cristo. Jesús dice a sus discípulos y nos dice a nosotros hoy : «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y venga conmigo».
Este es el estilo cristiano porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida cristiana fuera de este camino. Siempre está este camino que Él ha hecho antes: el camino de la humildad, el camino también de la humillación, de negarse a uno mismo y después resurgir de nuevo. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús.
Jesús ha dado el ejemplo y aún siendo igual a Dios, se humilló a sí mismo, y se ha hecho siervo por nosotros. Este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de negarse a sí mismo es para dar vida, y va en contra del camino del egoísmo, de estar apegado a todos los bienes solo para mí.
«El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo». La liturgia de hoy, nos ofrece un pasaje evangélico que constituye una de las columnas del cristianismo. La cruz. Aunque hoy en día se tiende a hablar cada vez menos del dolor y del sufrimiento, no por ello deja de estar presente en nuestras vidas. El dolor en sí mismo es un misterio. Es duro y, humanamente repugnante, sin embargo, es transformable. En la Cruz de Cristo encontramos la Luz para afrontar nuestras cruces y sufrimientos.
Solamente en Cristo y desde Cristo nos hacemos capaces de amar al estilo de Jesús, superando nuestros egoísmos, y nuestra tentación de poseer, de estar preocupados solo por el tener. Jesús no nos esta pidiendo que despreciemos nuestra familia ni que la odiemos, nada de eso. Lo que nos esta diciendo es que hay que distinguir entre los valores importantes, los » absolutos» y los menos importantes, los «relativos» sabiendo renunciar a lo secundario para conseguir lo principal. Seguir a Cristo no es saber cosas de Cristo, no es cumplir un conjunto de normas, seguir a Cristo es acogerle en nuestra vida, que ocupe el centro de nuestro corazón, es vivir con sus sentimientos y actitudes . De aquí que pidamos pretender un cristianismo «a la carta», a Cristo hay que acogerlo entero.
El seguimiento de Cristo pide de nosotros compartir su voluntad, (Él vive en la voluntad del Padre) compartir su designio de amor, participando en la misma misión de salvación. El seguimiento del Señor pide de nosotros conversión, conversión del corazón, pedirle al Señor tener un corazón como el suyo. Y es que todo lo que somos, tenemos y gozamos se amplifica cuando pasamos a participar plenamente del plan del amor de Dios. En Él, como discípulos, hemos de insertar nuestra vida.
Hermanos y Amigos, si el Señor ocupa el lugar central en nuestro corazón, su amor manará como una gran onda expansiva y hará que este amor llegue a otros. Cuando hoy el Señor nos pide renuncia no se trata de renunciar por renunciar, sino que el Señor nos pide renunciar a la luz de participar de la voluntad de nuestro Padre Misericordioso, a la luz de que nada ni nadie nos impida vivir desde Dios y por Dios. El seguimiento del Señor es difícil pero Él mismo nos da su Fuerza y su Amor, por medio de su Palabra, y de los Sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación. No estamos solos, el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda. Abrámonos a la acción de este Espíritu y sigamos al Señor, de Él estemos profundamente enamorados y ello se manifieste en nuestra manera de vivir en todo momento y circunstancia. Que a ello nos ayude la intercesión de María, a la que estamos invocando en estos días preparándonos a la Gran Fiesta de la Santina de Covadonga. María nos aliente a un seguimiento del Señor cada día mas auténtico y superando toda mediocridad y rutina.
Feliz Domingo. Adolfo, sacerdote.