ORACION Y ACCION UNIDAS, NO SE PUEDEN SEPARAR
De nuevo estamos en el Domingo, Día del Señor, Pascua semanal. Y seguimos en la Escuela del Señor a través del Evangelista San Lucas. Estamos en el Camino hacia Jerusalén, y en este Camino Jesús nos va enseñando sus Valores y mostrándonos sus sentimientos para que vayamos haciéndolos nuestros en nuestra vida de cada día y así seamos portadores de su Presencia en medio de nosotros. Hemos de ir avanzando en el conocimiento del Misterio de Cristo, para ir madurando en nuestra vida cristiana. Ésto lo tenemos que pedir al Espíritu Santo, Y este conocimiento no se trata de un conocimiento intelectual, se trata de un conocimiento experiencial, experiencia de Jesucristo Resucitado, que nos hace sentir y gustar el inmenso amor de Dios en lo más profundo del corazón, que nos muestra la inmensa misericordia de Dios en el perdón de nuestros pecados, en definitiva un conocimiento que nos lleva a vivir la vida nueva de la gracia, don recibido en el Bautismo.
Y este conocimiento experiencial es el que nos hace que nuestra fe sea más auténtica, pues la fe es confianza plena en el Señor. La fe es en Cristo el Señor, que Él es Único que nos salva.
Hace dos domingos el Señor nos decía: “poneos en camino, mirad que os mando…”. Y el Señor nos va diciendo que ese camino no lo podemos recorrer de cualquier manera, sino hemos de hacerlo a su estilo, a su manera. Así el domingo pasado nos decía que hemos de recorrer el camino con misericordia y amor, preocupados también por los demás, y nos lo enseñaba con la Parábola del Buen Samaritano.
En este Domingo nos muestra el Señor que este Camino lo hemos de recorrer conjugando oración y acción. Que en nuestra vida es muy necesario que la oración y la acción estén unidas, vayan de la mano. Que la vida de la fe tiene que apoyarse en dos actitudes fundamentales: saber escuchar y acoger al Señor. Dos dimensiones que han de estar presentes en nuestra vida de fe: la contemplación y la acción.
Hoy Jesús a través de esta escena en casa de Marta y María, el regañar a Marta, más que regañar es una invitación a que se centre, a recuperar lo esencial: la escucha del Maestro, la escucha de la Palabra.
Hoy nosotros podemos caer y de hecho hoy se cae mucho, en la trampa del activismo, la misma trampa que Marta. Nosotros, como Marta, decimos hay mucho que hacer, estoy muy ocupado con muchas cosas…Podemos estar ocupados en hacer tantas cosas que nos olvidamos de lo más importante.
La vida de fe no consiste solo en hacer, en servir. De María aprendemos que la vida de fe necesita estar con el Señor, que necesitamos pasar tiempos con Cristo, que es fundamental la vida de Oración.
María nos enseña la actitud del verdadero discípulo: sentarnos a los pies de Jesús para escuchar su palabra. María se sentó para escuchar.. El verdadero discípulo primero escucha a Jesús. La fuente del discipulado está en escuchar a Jesús: de esta escucha debe nacer todo lo demás. La marca de identidad del verdadero discípulo está en la escucha de Jesús, sin menospreciar la labor de Marta, que también es necesaria. La escucha de la Palabra de Dios se debe palpar siempre en una acción de servicio. La mayor prioridad en nuestras vidas debe ser escoger la parte buena, como hizo María: aprender de Jesús para que podamos llegar a ser como Él. Si no hacemos esto, ¿cómo podemos seguirlo? Esta es la advertencia y el mensaje del texto, válido para toda la persona, pues en la medida en que se deje iluminar por la luz de la palabra (Lc 8,16), podrá también ser ella luz
Todo esto nos tiene que ayudar a redescubrir y a convencernos de que nuestra acciones, nuestro servir a los demás, debe de brotar de un corazón rebosante de pasar tiempo con Jesús. Siguiendo un ejemplo muy sencillo, si queremos que nuestro coche nos lleve a todos los sitios donde queremos ir tenemos que pasar tiempos en la gasolinera, para recargar el depósito y que así pueda funcionar, pues bien si nosotros queremos vivir en el Camino de Jesús llevando adelante la tarea que el mismo Señor nos encomienda no tenemos sólo que hacer cosas, sino necesitamos, para después hacer las cosas bien al estilo del Señor, estar con el Señor, necesitamos escucharle.
Bien sencillo, estamos llamados a dar, como se nos decía el domingo pasado, cada uno de nosotros hemos de ser el buen samaritano, al estilo de Cristo. Pero para dar tenemos que tener, y el tener nos lo da Cristo, acogiéndole en nuestra vida, escuchándole, dejándonos llenar de Él. Sólo así, hermanos y amigos, podemos dar, podemos servir auténticamente. La labor de Marta es consecuencia de esa escucha del Señor, es la que da autenticidad a la escucha del Señor. La Oración lleva a la acción necesariamente. Hoy se nos está ayudando a que siempre mantengamos el equilibrio entre la escucha de la Palabra, que se debe palpar en una acción de servicio.
Por todo lo dicho hermanos y amigos hoy es necesario que unamos oración, contemplación y acción. Hoy fácilmente se cae en activismo, fácilmente se deja el tiempo de oración y el participar en la Eucaristía y se dice, “yo ya hago muchas cosas, lo importante es el hacer…”. Esto es un grave error, el evangelio nos recuerda que el activismo, aun el mejor intencionado, puede ser estéril sino dedicamos primero tiempo a la Oración, si no permanecemos a la escucha de la Palabra de Dios. No olvidemos que antes de hablar a los hombres de Dios hemos de hablar a Dios de los hombres. El querer vivir en la voluntad de Dios conlleva necesariamente primero escuchar y discernir esa voluntad de Dios. El querer ser apóstoles, testigos hoy del Resucitado, nos ha de llevar primero a estar empapados de esa experiencia del Resucitado que transforma nuestra vida y se manifiesta en nuestras obras.
Hermanos y Amigos, si confundimos acción con activismo es fácil caer en el frenético ritmo de una vida social que está llena de prisas y que propicia un trato despersonalizado con las personas. Y en la vida cristiana si confundimos acción con activismo caemos en una “herejía de la acción” que produce escasos, muy escasos frutos, porque toda acción que no procede de la “escucha” y la relación con el Señor está condenada al fracaso.
Hermanos y Amigos diría, en definitiva, que no hay María sin Marta, ni Marta sin María. Que no hay contemplación sin acción, ni acción sin contemplación. Son dos dimensiones de la auténtica fey que, hoy más que nunca, hemos de vivir para llevar adelante el encargo del Señor “poneos en camino…” Hemos de armonizar en nuestra vida cristiana la escucha de la Palabra del Señor, la contemplación y el servicio activo al prójimo.
Que la conversación que sostiene Jesús con sus amigos de Betania y que hoy contemplamos nos estimule para buscar una integración entre la oración y el trabajo, entre la contemplación y la acción y que nunca olvidemos que para que el compromiso cristiano sea fecundo y verdadero ha de estar fundamentado en el encuentro con el Señor.
Adelante pues, el Señor sigue contando con nosotros. ¡Feliz Domingo!
Adolfo Álvarez. Sacerdote