VIVIR LA CUARESMA: UN CAMINO HACIA LA PASCUA
CON EL MIERCOLES DE CENIZA COMIENZA UN TIEMPO DE GRACIA
Hoy, 17 de febrero, miércoles de ceniza, comienza la Cuaresma, “tiempo de Gracia y Salvación”. Comenzamos, toda la Iglesia, a prepararnos con intensidad y profundidad, superando toda rutina, para volver a hacer nuestra la experiencia de la Pasión-Muerte-Resurrección del Señor Jesús. Comenzamos un camino hacia la cumbre de la Pascua.
Iniciamos con un gesto cargado de significado, la imposición de la ceniza, un “tiempo de Gracia” de 90 días, cuarenta de preparación para la Pascua, y después cincuenta días de celebración de la Resurrección del Señor y de la presencia salvadora de su Espíritu Santo. Tiempo central para el cristiano.
La Cuaresma nos invita a volvernos conscientes de lo que es la fe cristiana. El centro es Jesucristo, su Persona y su Mensaje, el Misterio de su Muerte y Resurrección. La razón de la Cuaresma radica en ayudarnos a vivir el acontecimiento central de nuestra fe: la Resurrección del Señor.
La Cuaresma es un momento favorable, el tiempo favorable que nos dice San Pablo, para verificar, para mirar en nuestro interior a la luz del Evangelio y confrontar nuestra vida con Jesucristo. La Cuaresma hemos de comenzarla con un deseo de conversión para nuestra vida. Necesitamos volver a Dios, pues solo Él nos da lo que nuestro corazón verdaderamente desea. Somos llamados a dejarnos interpelar por la Palabra de Dios, meditándola y saboreándola en la oración, para corregir y purificar lo que descubrimos que no concuerda con nuestra dignidad de hijos de Dios.
La ceniza que recibimos en este día en la frente es signo de reconciliación y de cambio. Hemos de recibirla intentando que no sea un signo meramente externo, sino una invitación a aumentar en nosotros la bondad y la justicia y el recuerdo de nuestra fragilidad sea al mismo tiempo recuerdo de la semilla de amor que Dios ha plantado en nosotros, una semilla que no es frágil ni caduca cuando da frutos.
La ceniza tiene varios simbolismos:
- La condición frágil y caduca del hombre y la mujer
- La situación pecadora en que nos encontramos todos los hombres y mujeres
- La súplica confiada al Señor para que venga en nuestra ayuda
- La resurrección del hombre cuyo destino final es resucitar con Cristo
Y al recibir la ceniza escuchamos unas hermosas y gozosas palabras: “Convertíos y creed en el Evangelio”
Con estas palabras se nos está diciendo que el camino cuaresmal no es un camino triste ni ñoño, que es una llamada gozosa a conocer más y mejor a Jesucristo para vivir nuestra vida con Él y como Él y ser así hombres y mujeres más auténticos.
Este es el reto de la Cuaresma para cada uno de nosotros: seguir a Jesucristo. Él nos guía en este camino hacia la Pascua, (camino que nos conduce a pasar de la esclavitud del pecado a la libertad de hijos de Dios, camino paso de la muerte que produce en nosotros el distanciamiento de Dios a la vida nueva de la Resurrección), haciéndonos descubrir de qué nos tenemos que liberar para ser más nosotros mismos y dejarnos renovar por la gracia de Dios que nos regenera del pecado haciéndonos experimentar hasta lo más profundo de nuestro ser que “donde abundó el pecado, ha sobreabundado la gracia”.
Y se nos llama de nuevo a la conversión. Dejar que hoy resuene con fuerza la invitación: “Convertíos y creed en el Evangelio”
Convertirse es, con la ayuda del Espíritu Santo, pues solos no podemos, disponerse a renunciar a todo lo que nos impide vivir como creyentes en Jesucristo. No nacemos cristianos, nos vamos haciendo cristianos y ello dejando que la acción del Espíritu Santo nos vaya modelando según los sentimientos y actitudes de Jesucristo, de tal manera que el Señor esté en el centro de nuestra vida.
La recepción de la ceniza debe ir acompañada de compromisos sinceros, que manifiesten la voluntad explícita de vivir la Cuaresma como camino de gracia donde avancemos en el conocimiento experiencial del Misterio de Cristo y cada día lo vivamos con más plenitud. Identificarnos cada día más con Cristo. La ceniza de este miércoles es compromiso de querer llegar limpios, a través de las prácticas cuaresmales, a la celebración de la Resurrección.
Y para ello en el Evangelio de este día se nos ofrecen tres armas, tres medios:
- La limosna. Es un signo de compartir. Ayudar al que lo necesita compartiendo con él de lo nuestro desde la generosidad. La limosna del hombre imita la misericordia de Dios.
- El ayuno, que significa poner un poco de orden en nuestro interior. Ayunar de aquello que engorda nuestro orgullo, de aquello que nos ata, que nos impide amar auténticamente. Ayunar para ser más libres de todo aquello que empequeñece nuestra vida.
- La oración. Diálogo con Dios, trato de amistad con el Señor, que nos sale al encuentro con su Palabra, los Sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía. Escucha más frecuente de la Palabra de Dios que nos libera y salva. La Cuaresma es un tiempo para orar más para que sea el Señor quien mueva nuestra vida.
El gesto de la ceniza nos ha de ayudar a llegar con un corazón renovado, sanado, por el perdón del Señor a la Noche Santa de Pascua, momento culminante de todo el camino Cuaresmal y que renovemos con sinceridad las Promesas de nuestro Bautismo diciéndole con alegría y verdad, Señor cuenta conmigo pues yo te digo de todo corazón: creo en ti, Sí, Señor, quiero contar contigo.
¡Ánimo! ¡Adelante! Iniciemos y vivamos con entusiasmo y profundidad este camino cuaresmal que nos llevará a la Montaña Santa de la Pascua.
Adolfo Álvarez. Sacerdote