Continuamos contemplando y dejándonos interpelar por el capítulo 6 de San Juan, el conocido Discurso del pan de vida. El centro del texto de este Domingo es la afirmación de Jesús: << Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mi no tendrá sed jamás>>
Después de la multiplicación de los panes y ya en la otra orilla del lago Jesús pronuncia lo que se llamó el “Discurso del Pan de Vida. Comentando este Evangelio dice San Agustín: <<Tras el sacramento del milagro, él añade un sermón para, si es posible, alimentar a quienes ya han sido alimentados>>.
“Ámame por lo que soy y no por lo que tengo.” Así de conciso, el refranero castellano, nos puede resumir a la perfección el mensaje evangélico de este domingo. Acostumbrados a fiarnos sólo de lo que vemos, nuestra fe nos exige algo más: ir al fondo y no quedarnos en lo externo. Las personas, por lo que sea, nos dejamos seducir rápidamente por los sucesos extraordinarios. ¿Qué tiene el espectáculo que tanto nos atrae? Pues eso: espectacularidad, morbo. Nos deslumbra todo aquello que, aparentemente, está fuera de lo común. Por ello Jesús ante aquella multitud que le buscan les deja claro tres cosas o aspectos:
-Que no busquen y vayan detrás de Él solo por los bienes materiales.
-Que para obtener un alimento que da vida acepten el verdadero camino que es la fe.
-Que no esperen del Mesías una simple repetición del antiguo maná, sino que acojan el Pan de Dios que baja del cielo para dar vida al mundo.
Por esto es conveniente que nosotros, cada uno de nosotros se pregunte ¿busco a Jesús? Y ¿por qué le busco?.
Muchas veces buscamos a Jesús pensando solo en nosotros mismos y por motivos materialistas: rezamos o vamos a la Santa Misa pensando en conseguir algo de Dios, queriendo que nos conceda lo que pedimos y que muchas veces no es precisamente para nuestro bien espiritual. De aquí que tengamos hoy que escuchar las palabras de Jesús: “Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando la vida eterna”.
Nos pide que creamos en Él. Y ¿ qué significa creer en Jesús? Significa tener experiencia de encuentro con Jesucristo que da un horizonte nuevo a nuestra vida. Significa aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús, el Enviado del Padre. Nos vamos haciendo cristianos en la medida que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir, vivir como Jesús. Tenemos que tener una unión vital con Jesús.
Creer en Jesús es configurar nuestra vida desde Él, convencidos de que su vida es nuestro tesoro, y es una vida que conduce a la vida eterna.
Hoy Jesús nos dice: “Yo soy el pan de vida”. Nos está anunciando la Eucaristía, donde el Señor se nos da como alimento para vivir la vida nueva de hijos de Dios. Es la vida que nos ha sido infundida en el Bautismo por la comunicación del Espíritu Santo por medio del agua; la vida que el Hijo ha recibido del Padre y que es la luz de los hombres (Jn 1,4). Es como un tesoro que llevamos en el vaso frágil de nuestra naturaleza de criaturas y que hemos de cuidar y alimentar, y precisamente el alimento necesario es el pan de vida, el mismo Hijo, que se nos da en la Eucaristía. De ahí que no podemos vivir sin Eucaristía. Necesitamos celebrar y participar del Banquete del Señor, comer su Cuerpo y su Sangre como alimento de vida eterna.
También nos enseña Jesús a pedir: “Señor, danos siempre de este pan”. Hagamos esta suplica y ello queriendo que se cumpla en nuestra vida la voluntad de Dios, queriendo ofrecernos a Él para construir un mundo más según el proyecto de Dios.
Que sigamos viviendo nuestra fe con la seguridad de que, Jesús, es el Pan de la vida. Y, sobre todo, que amemos al Señor cada día más, confesándole en medio de los hombres, en medio de nuestro mundo con nuestras palabras y nuestro amor a los demás, como el Hijo de Dios, Verdadero Pan de Vida.
Adolfo Álvarez. Sacerdote