Al hablar de las familias, muchas veces me viene a la cabeza la imagen de un tesoro. El ritmo de vida actual, el estrés, la presión del trabajo y también, la poca atención de las instituciones, pueden ponerlas en peligro.
Por eso necesitan la ayuda de los organismos públicos y las empresas. No es suficiente hablar de su importancia: es necesario promover medidas concretas y desarrollar su papel en la sociedad con una buena política familiar.
La Familia tiene un gran valor permanente
La familia, pues, tiene un valor y éste es inmutable, es decir, siempre ha sido el mismo, es un valor permanente. Según el Diccionario Enciclopédico Quillet, este “VALOR” al que me refiero, es el grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite. Esta definición nos lleva a pensar algo: hay valores que tienen una aptitud más grande para producir mayor cantidad de bienestar o deleite.
De acuerdo a esta definición, podríamos decir en relación a la familia que ésta no es sólo un gran valor que produce bienestar y deleite, sino que además no cambia, se mantiene.
Pensando en la gran crisis de valores que vivimos en nuestros días, en una sociedad donde la gente a lo malo le dice bueno y a lo bueno malo, debemos concebir a la familia como ese lugar en el que el padre encuentra su identidad, porque ahí encuentra el mejor lugar para sentirse a gusto y además producir bienestar a los de su casa.
Lo mismo diríamos de la madre, en el sentido de que es en el hogar en donde ella va a sentirse plena y realizada, llevando a cabo aquellas cosas que los demás miembros van a apreciar. Esto le hará sentirse satisfecha y que disfrute el hacerlo.
Lo mismo diríamos de los hijos, es decir, que en la familia ellos se sentirían comprendidos, amados, satisfechos de su necesidad de protección y cuidado, y al mismo tiempo encontrarían el lugar en el que aprenderían también a dar afecto y amor.
El sumo valor de la familia y su característica de inmutabilidad nos hace pensar que la familia debe seguir permaneciendo hoy, mañana y siempre.
Pidamos a Dios para que las grandes opciones económicas y políticas protejan la familia como el tesoro de la humanidad.