Dar de comer a los hambrientos es deber de gratitud y amor. Deber de imitación. Los hijos se sienten agradecidos a su padre por el pan que les procura, y, cuando se hacen hombres, lo imitan procurando pan a sus hijos; y también procuran con su propio trabajo el pan a su padre, ya incapacitado para el trabajo por la edad: es ésta una amorosa restitución, obligada restitución de un bien recibido. Lo dice el cuarto precepto: «Honra a tu padre y a tu madre». También es honrar su canicie no reducirlos a mendigar el pan de otros.
Pero antes del cuarto está el primer precepto: “Ama a Dios con todo tu ser» y el segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo». Amar a Dios por sí mismo y amarlo en el prójimo es perfección. Se le ama dando pan a quien tiene hambre, en recuerdo de cuantas veces Él sació el hambre del hombre con milagros.
Mas no nos fijemos sólo en el maná y las codornices, fijémonos también en el milagro continuo del trigo que germina por bondad de Dios, que ha dado la tierra capaz de ser cultivada, y que regula los vientos, lluvias, estaciones, para que la semilla se haga espiga y la espiga pan. ¿No ha sido, acaso, milagro de su misericordia el haber enseñado con luz sobrenatural al hijo culpable que esos tallitos altos y finos, terminados en granazón de semillas de oro con caliente fragancia de sol, encerradas dentro de la dura capa de escamas espinosas, eran alimento que había que recolectar, y quitarle la cáscara, molerlo, amasarlo,cocerlo? Dios ha enseñado todo esto; cómo recolectarlo, limpiarlo, molerlo, amasarlo y cocerlo. Puso las piedras junto a las espigas, puso el agua junto a las piedras; encendió, con tornasoles de agua y sol, el primer fuego sobre la tierra, y el viento trajo granos y los colocó encima del fuego, y ardieron emanando agradable fragancia, para que el hombre entendiera que mejor que cuando se saca de la espiga, como es uso de las aves, o como glutinoso amasijo de harina empapada de agua, es cuando el fuego le tuesta.
¿No pensáis, vosotros que ahora coméis el buen pan cocido en el horno familiar, en cuánta misericordia significa el hecho de haber llegado a este acabado de la cocción?, ¿ cuánto camino se ha hecho recorrer al conocimiento humano desde la primera espiga masticada como hace el caballo hasta el pan actual? ¿Y quién lo ha hecho? El que da el pan. Y lo mismo para todos los otros alimentos que el hombre, por benéfica luz, ha sabido detectar entre las plantas y los animales con que el Creador ha cubierto la faz de la tierra, lugar de castigo paterno para el hijo culpable.
Dar, pues, de comer a los hambrientos es oración de gratitud al Señor y Padre que nos da de comer, y es imitar al Padre,de quien tenemos semejanza dada gratis, y que es necesario aumentar cada vez más imitando sus acciones.
Poema del Hombre Dios, María Valtorta .