Seguimos celebrando la Pascua, el Misterio central de nuestra fe, la Resurrección de Cristo.
Y llegamos al cuarto domingo de Pascua, llamado del Buen Pastor, dentro del cual celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de las Vocaciones Nativas. Este año ésta Jornada lleva por lema: “Tienes una llamada, responde”.
Jornada de Oración por las Vocaciones, con ella se quiere sensibilizar a los jóvenes a plantearse su vocación, a responder al Señor que sigue llamando a la vida sacerdotal y a la vida consagrada y se nos llama a todos a rezar para que los llamados respondan al Señor y perseveren en el Sí dado al Señor. Hoy hemos de rezar con insistencia dada la escasez de sacerdotes y de personas en la vida consagrada, para que haya vocaciones. Y la Jornada de las Vocaciones Nativas que son aquellas vocaciones que surgen en los Territorios de Misión y que muchas veces tienen serias dificultades económicas para seguir adelante. Han recibido el Evangelio de los misioneros y son el signo de que éste ha arraigado en la cultura, y se convierten en el futuro de las Iglesias locales.
El Evangelio de este cuarto domingo de Pascua centra la mirada en Jesús, Buen Pastor. El pastor es la persona que está al frente del rebaño de ovejas para cuidarlas: las saca del aprisco para conducirlas a pastos nutritivos, las defiende de los peligros de alimañas y de ladrones y las devuelve a salvo al redil La figura del pastor es recurso del que se valen los autores bíblicos para hablarnos de Dios. Jesús se sirve también de esta imagen para manifestarnos su proceder y sus sentimientos. Él es el pastor sincero y fiel que se deshace en atenciones: busca a la oveja descarriada, sale al encuentro de las que no están, quiere un solo rebaño, ofrece en abundancia los valores del Reino a todos y entrega la vida por amor. Para nosotros la imagen del pastor significa bien el papel desempeñado por Cristo en beneficio de los hombres. A este respecto recordar unas palabras del Papa Francisco: “<<El Buen Pastor da su vida por las ovejas>> (Jn 10,11): estas palabras se realizaron plenamente cuando Cristo, obedeciendo libremente a la voluntad del Padre, se inmoló en la Cruz. Cristo es el Pastor verdadero, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su propia vida, nadie se la quita, sino que la dona a favor de las ovejas”.
Esta imagen de Jesús, como buen Pastor, ha marcado la conciencia y la memoria de la Iglesia. Desde el principio hasta ahora se ha venido destacando la lección formidable de este Pastor: su elegante generosidad, su sacrificio liberador: “nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente”.
Las comunidades cristianas de todos los tiempos tenemos un gran ejemplo en este modelo de pastor. Es un ejemplo claro de cómo debemos vivir las responsabilidades dentro de la comunidad y cómo debemos ser misioneros que salen a buscar a los que no están. Es una motivación a intensificar la fraternidad hacia dentro y hacia fuera. Este Pastor nos invita hoy a comulgar con sus valores para seguir caminando por la ruta de la solidaridad y del servicio, el culto que agrada a Dios. Sabe muy bien lo digno y el gran don que es vivir como hijos de Dios. Quien lo escucha y sigue, desarrolla el mayor de los aciertos.
Estamos llamados, somos de nuevo invitados, a seguir las huellas del Buen Pastor y sus huellas se manifiestan para nosotros en:
La Palabra: “Escucharán mi voz”. Hemos de escuchar al Señor, dejarnos iluminar por Él. Nos anima en tiempos de dificultades. Nos rescata de atolladeros en los que, por diversas circunstancias, nos hemos metido. La Palabra del Buen Pastor es siempre segura, certera, sabrosa. No escucharla nos lleva, en la mayoría de los casos, a un desconocimiento total de la Persona de Cristo y de su Misión.
La Oración: con la oración, el Buen Pastor, se relaciona personalmente con cada uno de los miembros de su rebaño. Con la oración, Jesús, nos señala la vía que hemos de escoger para no perdernos en las noches oscuras de la vida. Con la oración sentimos la necesidad de entrar en diálogo con Aquel que nos ama, que nos comprende y que nos quiere tal y como somos. Nos da su fuerza, su vida. Sin Oración no es posible ser cristianos, no es posible seguir al Buen Pastor.
La Eucaristía: sin ella, los amigos de Cristo, nos debilitamos, vamos cogiendo una anemia espiritual que nos separa de Él. El cristiano que no vive ni participa de la Eucaristía corre un serio riesgo: ser un simple borrego. Se deja ordenar por lo dictados del mundo. Se alimenta exclusivamente por otros alimentos perecederos que la sociedad ofrece, para embellecer el cuerpo o agradar el paladar, pero en detrimento de la belleza del espíritu o del alma. La Eucaristía es nuestro Alimento principal para vivir nuestra fe en el Buen Pastor, para testimoniar al Buen Pastor.
Amigos, celebremos con gozo este Domingo Pascual del Buen Pastor, Digámosle con todo el corazón que queremos vivir perteneciendo a su Rebaño, la Iglesia. Y recemos por las Vocaciones. Ciertamente toda vocación, la misma vida de la Iglesia, su mismo existir, su apostolado… brota del Encuentro Pascual.
Jesús es el único Pastor: los sacerdotes participan de ese único pastoreo. Oremos hoy también por nuestros pastores, para que lo sean según el Corazón de Cristo.
Y que cada uno de los creyentes desde su Vocación con su testimonio de vida muestre a los demás el inmenso amor que Dios nos tiene.
Adolfo Álvarez. Sacerdote