En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo lo mismo que hoy nos dice a cada uno de nosotros, “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”, porque Dios no mandó a su Hijo para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve gracias a Él, pero el texto nos dice también una frase impresionante “ Y el juicio está en que la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz”.
La luz vino al mundo a enseñar el camino del Amor, a marcar la senda a seguir, la luz vino al mundo a Amar y Perdonar y el mundo era de la oscuridad y no aceptó la luz, porque como dice San Juan , el mal aborrece a la luz y el que obra el mal anda en la oscuridad para que sus obras no sean vistas.
La luz hoy al igual que entonces habita entre nosotros, se encuentra presente en medio de los hombres, para enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida; pero en el mundo, al igual que hace dos mil años, también habitan las tinieblas y a ellas no les interesa que el hombre vea, prefieren que ande perdido en la oscuridad y en la desesperanza, porque si el hombre ve entonces una nueva potencia cambia su vida , despierta del letargo y comprende las verdades de la Fe y ante él se abre un nuevo camino de vida eterna.
Es en ese camino de vida eterna donde encontramos las auténticas realidades de la vida, donde comprendemos la justicia, la verdad, la paz y el Amor; donde somos realmente conscientes de que todo tiene un sentido, que el mal existe no porque Dios lo quiera sino porque el hombre es libre y que solo la senda del Amor nos conduce a los brazos de Dios .
Cuando la luz llega a nuestra vida sentimos una profunda tristeza por aquellas personas, tantas…., que no la han encontrado y que transitan por el mundo sin esperanza o buscando erróneamente algo que las llene por completo y que nunca encontrarán porque solo Dios llena el alma y solo Dios da auténtico sentido a la vida.
La Luz te está buscando, esperando para entrar en tu corazón y llenarlo de alegría , deseando dar sentido a tu existencia desde la plenitud, ¡déjate encontrar!.