En este quinto día de la novena, la meditación nos habla de cómo María siendo la más humilde de las criaturas triunfó sobre el mal, sobre el pecado, sobre el maligno, dándonos a todos al Salvador del mundo, porque por medio de su Hijo ha sido vencida la muerte, ¡Ha sido vencida la muerte!, ¿habrá noticia más hermosa que ésta? ¿el mundo está ciego y sordo? ¡¡Ha sido vencida la muerte!!.
Parte fija para todos los días:
1º En el nombre del Padre…
2º Nuestra esperanza es María, a ella acudimos pidiendo auxilio para vernos libres de nuestros males; ella nos so-corre. (Si se hace en grupo se puede cantar «Bendita la reina» que sustituirá la antífona anterior) Se puede ir rezado las cincuenta avemarías, según se encintra en la página 20.
3º Reflexión para cada día de la novena
4º Preces:
A cada petición digamos: Intercede por nosotros Madre del Señor.
* Ruega ¡oh María! por el Pueblo de Dios
* Protege al Papa
* Ayuda a nuestro Obispo
* Haz que haya paz entre los pueblos
* Conserva en el amor a los esposos
* Cuida de los que no tienen trabajo
* Que los jóvenes y los niños crezcan en sabiduría
* Protege a los pobres
* Consuela a los enfermos
* Haz que desterrados y emigrantes puedan volver a la Patria
* Sé alivio de los moribundos
* Intercede por los que han muerto
Pídase La gracia a alcanzar en esta novena :
Se rezan tres avemarías con el:
V/. Madre mía de Covadonga
R/. Sálvanos y salva a España
Oración final
Ayúdanos, Señora y Madre nuestra, a vivir en comunión sincera, sabiéndonos Iglesia de Dios, hermanos de Cristo e hijos tuyos para dar testimonio de unidad y reavivar en nuestro pueblo la fe. Amén
DIA QUINTO
Triunfadora del mal
Del libro de Judit 9, 10-11
Destruye, oh Señor, por medio de una mujer, su arrogancia. Porque tu poder no depende el número, ni del valor de los hombres tu fuerza. No hay mal mayor y peor que el pecado, y no hay victoria más grandiosa que la que se llevó a cabo en la cruz, dado que en ella el pecado fue derrotado por el amor de Jesús.
En la cruz el Hijo de María se muestra como Señor que vence el pecado y la muerte por medio de su muerte y su posterior resurrección. Gracias a ellas, el Señor abre para nosotros el camino que lleva a la vida.
Junto a Él, en el Calvario, está María ofreciéndose con su Hijo para la salvación del mundo. Ella, desde la cruz nos dice: «Venid y ved» a Jesús, consagrado por el Espíritu Santo, que es imagen visible del Dios que no se ve. «Venid y escuchad» a Jesús que es la Palabra y Sabiduría de Dios por medio del cual Dios Padre creó todas las cosas. «Venid y comed» a Jesús que es el Pan de la Vida que da vida al mundo.