Siempre da alegría celebrar una fiesta de la Virgen, nuestra Madre. Y con mucha alegría celebramos en este 16 de julio a la Virgen en una advocación muy entrañable para el Pueblo cristiano y que celebra con numerosas fiestas, la advocación del Carmen.
Hoy resuenan de nuevo en nosotros las palabras de San Bernardo, verdadero enamorado del amor maternal de la Virgen, que exhortaba diciendo: “Mira a la Estrella, Invoca a María”, recordándonos que María siempre es imagen de la misericordia que nos viene de Dios.
El culto y la devoción a la Virgen del Carmen se remonta a los orígenes de la Orden carmelitana, cuya tradición más antigua la relaciona con aquella pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que subía desde el mar y que se divisaba desde la cumbre del Monte Carmelo, mientras el profeta Elías suplicaba al Señor que pusiese fin a una larga sequía. La nube cubrió rápidamente el cielo y trajo lluvia abundante a la tierra sedienta durante tanto tiempo. En esta nube cargada de bienes se ha visto una figura de la Virgen María quien, dando el Salvador al mundo, fue portadora del agua vivificante de la que estaba sedienta toda la humanidad.
El 16 de julio de 1251 se apareció la Virgen Santísima a San Simón Stock, General de la Orden de los Carmelitas, y prometió unas gracias y bendiciones especiales para aquellos que llevaran el escapulario. Esta devoción <<ha hecho correr sobre el mundo un río caudaloso de gracias espirituales y temporales>> La Iglesia la ha aprobado repetidamente con numerosos privilegios espirituales.
Con el escapulario queremos manifestar nuestra pertenencia a la Virgen: llevamos un signo que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte para nosotros en el símbolo de nuestra consagración a María como nuestra Madre. Y consagración quiere decir pertenencia: “pertenecer a María” es entregarnos a Ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por su sabiduría y amor maternal y poder así llegar a la meta final de nuestra vida, el buen puerto de la vida eterna que es el encuentro definitivo con Jesús, nuestro Salvador. María nos lleva siempre a Jesús.
La Virgen del Carmen, además de ser invocada como “Puerta del cielo” en el peligro de la muerte, es también invocada, venerada, como “Estrella del Mar” que orienta y socorre en todas aquellas situaciones en que podemos hundirnos por la desesperanza, de la misma forma que zozobra un barco cuando los vientos son contrarios. Santo Tomás de Aquino decía: «A María Santísima se le llama Estrella del mar, porque de la misma manera que por la estrella se dirigen los navegantes a puerto, así por medio de María se dirigen los cristianos a la gloria».
Las gentes del mar tienen en Ella su Patrona e intercesora en medio de sus trabajos y quehaceres y a Ella hoy acuden cantando de nuevo “Salve, Estrella de los mares”.
Amigos, en este día grande del Carmen nos unimos a todas las gentes del mar, a todos cuantos llevan el Escapulario del Carmen, a todos los devotos de la Virgen que hoy la honran y le invocamos pidiendo que Ella sea siempre faro y guía de nuestras vidas guiándonos en todo momento en el mar de la vida al Puerto seguro de salvación que es Cristo.
A todos muy Feliz Día del Carmen.
Adolfo Álvarez. Sacerdote