Precursor del Señor, nos enseña a ser Testigos.
Celebramos hoy la Solemnidad del Nacimiento de San Juan el Bautista, un santo a quien la Iglesia venera de modo extraordinario, ya que su nacimiento fue preparado por el mismo Dios a fin de que fuera el Precursor de su Hijo Jesús y preparase los corazones de los Israelitas a la venida de Cristo.
A Juan, el Bautista lo veneramos los cristianos como al último de los profetas del Antiguo Testamento y el primero del Nuevo Testamento. Juan, el Bautista, nos hace caer en la cuenta de la misión profética que los discípulos de Jesús tenemos en la vida: hemos sido ungidos y el Espíritu del Señor se ha posado sobre nosotros para que anunciemos el Evangelio de la salvación a todos y en todas las circunstancias.
Si queremos que haya fe en el mundo, que las personas de nuestro tiempo vivan la fe, necesariamente tenemos que hablar, tenemos que anunciar y testimoniar nuestra fe en Jesús, el Hijo de Dios. Tenemos que mostrar hoy a los hombres de nuestro tiempo al Cordero de Dios que sigue quitando los pecados del mundo y que es quien da sentido pleno a nuestra vida.
La fe en los otros se suscitará y crecerá por el anuncio de la Palabra de Dios y por nuestro testimonio de que hemos encontrado al Mesías, al Salvador. Todos los bautizados, sacerdotes, consagrados y laicos con sus diversas profesiones, estamos llamados a anunciar y a testimoniar al Señor y en Juan, el Bautista tenemos un ejemplo.
Desde lo dicho anteriormente San Juan, el Bautista nos enseña a los creyentes de hoy:
– A ser cristianos auténticos y tomarnos la vida en serio
– A vivir sin ser esclavos del consumismo
– A ser cristianos orantes y a frecuentar los Sacramentos
– A no tener vergüenza en dar testimonio de la verdad de Dios
– A vivir la caridad fraterna mediante la práctica de las obras de misericordia.
Amigos, el testimonio de Juan Bautista, celebrado solemnemente por la Iglesia, llega a los creyentes de todas las épocas, también de la nuestra. Él es, para nuestro tiempo, un signo de esperanza: Dios es fiel a sus promesas y no nos abandonará. Es también, en los tiempos que vivimos, un modelo para la transmisión de la fe, como hemos dicho. El verdadero evangelizador obra como él. Dar a conocer a Jesús: he aquí la tarea evangelizadora más decisiva. Porque es imposible conocer a Jesús y no amarlo, y aún menos, amarlo y no seguirlo…
La fiesta de hoy nos brinda también una ocasión privilegiada para agradecer de todo corazón el papel decisivo de aquellas personas que fueron nuestros precursores en la fe porque no centraron sobre sí mismas nuestra atención, sino que la orientaron decididamente hacia el Cristo. Que, tanto ellas como nosotros, en el cielo y en la tierra, por el gozo del Espíritu Santo, vivamos con una inmensa alegría la gracia de haber sido encontrados por Jesucristo y de haberle entregado confiadamente nuestras vidas para siempre.
Adolfo Álvarez. Sacerdote