Ayer en el grupo de oración, la hermana Ana María , de las Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret, nos expuso frente al Sagrario , una reflexión preciosa, ¿Cómo me mira el Corazón de Jesús?.
Sus reflexiones se basaban en un libro de San Manuel González, su fundador.
Comenzaba con tres afirmaciones:
El Corazón de Jesús me mira siempre.
El Corazón de Jesús me mira en todas partes.
El Corazón de Jesús me mira como si no tuviera que mirar a nadie más que a mí.
¿Por qué? Porque me ama con todo Su Corazón y Su Amor impide que se harte de mirarme, me contempla de forma constante simplemente porque soy su hijo amado.
Entonces, si me mira ¿cómo me mira a mí? Y San Manuel González basándose en los Evangelios nos habló de las tres miradas del Corazón de Jesús, miradas que no se quedan en lo superficial, miradas que calan hasta lo más profundo del alma.
La primera es la mirada para los amigos que aún no han caído;
La segunda para los amigos que están cayendo o acaban de caer pero quieren levantarse;
La tercera para los que cayeron y no se levantarán porque no quieren.
Estas tres miradas nos llevan a tres pasajes evangélicos, el primero es el Joven rico del que nos habla San Marcos, le pregunta a Jesús qué ha de hacer para conseguir la vida eterna y Jesús le explica que cumplir los mandamientos, el joven le dice que eso ya lo hace desde chico ,entonces el Maestro le explica, “Vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme” , el Evangelio nos cuenta que el joven marchó triste porque era muy rico y que Jesús poniendo en él los ojos le amó, la mirada de descanso , apacible, de complacencia.
La segunda mirada se encuentra en el patio del Sumo Pontífice, allí Jesús está sumergido en un mar de calumnias, de malos tratos, está preso, le están juzgando como si fuera el peor de los malhechores, fuera está Pedro, su amigo, el hombre de confianza, pero lo está negando, una, dos , tres veces hasta que el gallo canta, y el Maestro mira a Pedro con ternura, al amigo que cae y que arrepentido se marcha llorando, es una mirada de recuerdos de beneficios recibidos, de perdón, de esperanza para el alma.
En la tercera mirada Jesús está frente a Jerusalén, hoy en día es el Santuario del Dominus Flevit en Tierra Santa, nos dice el Evangelio, “el Maestro, sobre lo alto de un monte, cruzados los brazos, mira a Jerusalén y llora……”, llora de tristeza porque piensa en las almas para las cuales su pasión no ha servido de nada y muy a su pesar se condenarán, cruza los brazos porque la obstinación y dureza de aquella alma frustra cuánto por ella se haga y a su Corazón solo le queda llorar por ella, mirarla con sufrimiento porque la pierde.
Hagamos nuestra esta preciosa reflexión , ¿ Cómo me mira Jesús a mí ?.