La Solemnidad de San José en pleno camino cuaresmal es un estimulo para avanzar nosotros por los caminos de la conversión. San José nos alienta con su ejemplo y nos ayuda con su intercesión. Es el patrono de la Iglesia universal, así lo declaró el Papa Pío IX en 1870. Su papel en la historia de la Salvación es sintetizado en el martirologio romano con estas palaras:
“San José, esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre para con el Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José, y le estuvo sujeto como un hijo a su padre…”
Al Celebrar su Solemnidad podemos señalar:
San José, patrono de la Iglesia Universal. Con su intercesión a favor de la Iglesia, extendida por toda la tierra, cuida de todo el Pueblo de Dios. Como cuidó de la Familia de Nazaret cuida de nosotros, la Familia de los hijos de Dios.
San José, patrono de los Seminarios. En San José encuentra cada seminarista el modelo para discernir la llamada de Dios, encuentra el modelo para secundar las llamadas que el Señor nos hace.
San José, abogado de la buena muerte. Los evangelios no nos han dejado constancia del cuando, ni del lugar de su tránsito, pero podemos adivinar fácilmente cómo fue. Nadie puede soñar mejor compañía para el último trance, que la de Jesús y María.
San José es un hombre de una profunda fe.. Su fe y su obediencia a la Palabra de Dios son modélicas para todos nosotros, cristianos que en la Pascua renovaremos la fidelidad a las promesas bautismales. San José nos enseña a dar la primacía a Dios y a su designio de salvación, a interiorizar su Palabra, aunque a veces resulte incomprensible a nuestras preocupaciones terrenales y a ponerla en práctica en la obediencia de la fe, confiando plenamente en Dios que nos ama entrañablemente. Nos enseña a acoger a la persona de Jesucristo con el corazón abierto de par en par y a tener una disponibilidad plena a los planes de Dios sobre cada uno de nosotros, poniendo nuestra vida al servicio del Evangelio. San José, como Abrahán, pone su confianza totalmente en Dios, siempre, aunque haya momentos en que no entiende lo que está pasando. La fe lleva a San José a vivir la obediencia a la voluntad de Dios que se le manifiesta de muchas maneras, fundamentalmente a través de la Palabra de Dios y de las circunstancias de la vida.
San José es un hombre de silencio. San José facilita la entrada de Dios en el mundo sin hacer ruidos. Entra sin escándalos y sin que se note. San José nos muestra que en el mundo del ruido en que vivimos necesitamos espacios de silencio, de interiorización, espacios prolongados para la pausa, espacios para oxigenar nuestro espíritu. Necesitamos espacios reconfortantes y tiempos de silencio para descansar y para tranquilizar nuestro espíritu, para tranquilos mirar hacia lo alto y progresar en nuestro caminar cristiano.
San José nos enseña que en la soledad y en el silencio habita Dios. Él nos muestra que es necesario en nuestras jornadas, con todas las actividades que cada jornada , cada día, llevamos a cabo, momentos para recogernos en silencio y meditar lo que el Señor quiere decirnos, quiere enseñarnos. Al festejar esta Solemnidad en el marco de la Cuaresma, Camino hacia la Pascua caemos en la cuenta que San José es un testimonio maravilloso de las virtudes que más necesita nuestro tiempo y que nosotros estamos llamados a cultivar. Señalamos algunas en las cuales el ejemplo de San José es una llamada a hacerlas realidad en nuestra vida y a sembrarlas en nuestro entorno:
La agresividad y el afán de lucro propios de nuestra vida acelerada se enfrentan con la mansedumbre, la generosidad y la paciencia de este hombre sencillo y santo.
El ansia de placer y el consumismo desbocado tienen que humillarse delante de la pureza y austeridad de este hombre limpio de corazón.
La ebriedad de soberbia y los deseos de venganza que marcan tantas vidas de nuestro mundo convulsionado podrían aprender muchísimo de la existencia discreta y de la solícita obediencia de este hombre con rostro de genuino creyente.
El escepticismo cínico de nuestra época y la vanidad con que se quiere comerciar con todo, desde el cuerpo hasta la conciencia, han de frenar su ímpetu ante este hombre que con su fe derrotó al infierno y con su profunda caridad empujó la puerta del cielo.
Pidamos hoy al Señor por la intercesión de San José ,que el Camino de la Cuaresma en el que nos encontramos, sea un momento de Gracia para que se fortalezca nuestra fe, y cada día vivamos más en la voluntad de Dios y estemos siempre disponibles al Plan de Amor y Salvación de Dios para con todos los hombres.
San José bendito, ruega por nosotros.
Adolfo Álvarez. Sacerdote.