En el mundo de hoy se vive puramente de lo externo, la imagen dicta la moda, nos fijamos en los demás por cómo van, qué peinado llevan, qué coche tienen o cómo es su casa; nos preocupa sobre todo la imagen que damos, nos enamora del prójimo lo que vemos, esto ha existido siempre pero en estos últimos años alcanza records, la televisión, las redes sociales, todo nuestro entorno digital contribuye a su crecimiento, vivimos en el mundo que da culto a la imagen.
En el Evangelio , hoy Jesús intenta hacer entender a las gentes que lo que mancha y ensucia al hombre no es lo que está fuera del hombre, sino lo que se gesta , nace y crece en el interior del corazón humano.
El Evangelio de hoy es precioso porque en él Jesús nos lega estas maravillosas palabras :
“ Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo , el desatino. Todas esas cosas malas proceden del corazón y son las que manchan al hombre.”
Con estas preciosas palabras Cristo nos explica que el verdadero valor del ser humano se encuentra en su interior, las verdaderas intenciones viven en su corazón , pero el corazón de las personas no se ve desde fuera, la verdad por tanto de ese corazón tampoco se ve desde el exterior, con lo cual lo que estamos viendo no es realmente lo que anida dentro de un ser humano.
La conclusión a la que llegamos es que, por un lado somos presas fáciles del engaño porque no alcanzamos a comprender que el verdadero valor de la persona no tiene nada que ver con su exterior y en una persona que aparentemente sea un absoluto desastre podemos encontrar un corazón hermoso, y por otro lado podemos caer también en la tentación de preocuparnos solamente de lo externo y poner en ello toda nuestra voluntad, olvidando lo más importante, cultivar nuestro interior, cultivar los buenos sentimientos.
San Mateo nos cuenta como Jesús en alguna ocasión recriminó a los fariseos el ser “sepulcros blanqueados” , con ello les decía que podían ser relucientes por fuera y sin embargo estar llenos de podredumbre en su interior.
En el mundo de hoy tenemos que hacer un esfuerzo especial para no caer en esa trampa de la imagen, hemos de pedir la ayuda al Espíritu Santo para que con sus dones nos ilumine y nos ayude a ver las cosas tal y como son.