En el Evangelio de hoy Jesús sube a la montaña para designar a los doce, los apóstoles que convivirán con Él tres años de su vida, le conocerán y le amarán porque Jesús es Amor, aprenderán con Él la difícil tarea de predicar el Reino y presenciarán las maravillas de la Misericordia de Dios, comienza tal y como nos narra el libro de los Hechos “la Nueva Alianza”.
En el Antiguo Testamento existía la Alianza de Dios con el pueblo de Israel, de esa manera Dios selló una alianza con Abrahán, con Moisés y fue así que la Antigua Alianza existió, sin embargo el ser humano es tan débil y pecador que aquella Alianza maravillosa se fue transformando con el transcurrir de los siglos en un motivo de orgullo y soberbia, en un cumplimiento absurdo de las formalidades de la Ley dejando aparte el alma de la misma y en un conjunto enorme de normas y preceptos que suponían una carga pesadísima sobre todo para el más pobre y humilde .
Con Jesús llega la Nueva Alianza , un nuevo pacto sellado con su propia Sangre, la Sangre de Dios-Hijo, “Esta es mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza Eterna (Lucas 22:20)”, con esta nueva Alianza Dios nos muestra en Jesús ,Su Hijo, Su rostro misericordioso y aunque no merma importancia a la Ley , la despoja del montón de preceptos irracionales según los cuales la Ley era superior al Amor, y de esa manera vemos a Jesús sanando en Sábado, permitiendo alimentarse a los Apóstoles en Sábado, porque como bien dijo “El Sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”.
Con la Nueva Alianza en Hebreos se nos narra que Cristo ha recibido un ministerio muy superior porque es el mediador de una Alianza más excelente , fundada sobre promesas mejores ; Cristo nos redime de nuestros pecados , nos regala el Sacerdocio y nos entrega la Eucaristía como mandamiento del Amor y nos promete que permanecerá con nosotros hasta el fin de los tiempos , con Cristo llega la Nueva Alianza Eterna que sustituye a la Antigua, donde todos somos Hijos de Dios, hermanos por tanto , donde todos podemos pertenecer al cuerpo de la Iglesia cuya cabeza es Cristo, donde todos estamos llamados a gritar al mundo “La Esperanza existe, Cristo vive con nosotros”.