“Ora con el Corazón” es el título de un libro escrito por el padre Slavko Barbaric, un padre ya fallecido de la orden de San Francisco que vivió en Medjugorje, en él se nos dice en el Prefacio : “Toda oración puede ser dicha de prisa. De hecho podemos orar de tal forma que alcancemos a hacer por ejemplo todas las oraciones que aquí se proponen, sin que eso signifique que hayamos tenido un encuentro personal con Jesús y María. Cuidado porque si continuáramos así , estaríamos perdiendo el tiempo y al final no habríamos logrado gustar la oración.”
La Santísima Virgen María amorosamente nos quiere enseñar a orar con el corazón, no ha pedido que busquemos nuevos métodos para ello, nos ha invitado a renovar y fortalecer la oración tradicional de la Iglesia para que se convierta en una oración viva, nos invita constantemente a rezar el Santo Rosario.
El padre Slavko nos explica que rezar el Rosario no es otra cosa que encontrar un camino para estar con Jesús y María pues meditando los misterios de Sus vidas, estaremos con Ellos: ya sea en la alegría de la Navidad con todos los maravillosos sucesos que acaecen en los misterios gozosos, en la Agonía de los misterios Dolorosos, empezando con el sufrimiento de Getsemaní y acabando en la Cruz; sorprendiéndonos con la belleza de los Luminosos, donde encontramos pasajes maravillosos de la vida de Jesús y acabando con la Luz y la grandeza de los Gloriosos, la Victoria y el Triunfo Final, tras tanto sufrimiento la dicha de la Gloria, la Resurrección, la Ascensión al Cielo , la venida del Espíritu Santo y la Asunción y Glorificación de María.
Si comprendiésemos el poder que tiene el rezo del Santo Rosario, la fuerza que de él emana………!! es una oración viva que vivifica y que si la rezamos con el corazón , verdaderamente concentrados en lo que hacemos, meditando cada misterio en el que entramos, metiéndonos en cada escena y formando parte de ella, comenzaremos a gustar de la amistad de Nuestro Señor Jesucristo y de nuestra Madre.
“Queridos hijos, hoy los invito a comenzar a rezar el Rosario con una fe viva. De este modo podré ayudarlos. Ustedes, queridos hijos, quieren obtener las gracias pero no oran. No puedo ayudarlos porque ustedes no se deciden a actuar. Queridos hijos, los invito a rezar el Rosario y que el Rosario sea para ustedes una obligación que cumplirán con alegría. Así comprenderán por qué he permanecido tanto tiempo con ustedes. Deseo enseñarles a orar. Gracias por haber respondido a mi llamado.” (12 de Junio de 1986).