En el marco de la Celebración del Nacimiento de Cristo, nuestro Salvador, somos invitados a contemplar y a festejar hoy, 30 de diciembre, a la Sagrada Familia de Nazaret. A ella somos invitados a dirigir nuestra mirada como cristianos para que nos empapemos de sus virtudes y para que sus ejemplos nos ayuden a la hora de vivir nuestra vida en familia.
Creo que las palabras del Papa Francisco en su reciente Exhortación “Amoris laetitia” nos ayudan a la hora de esta Fiesta: << la alianza de amor y fidelidad, de la cual vive la Sagrada Familia de Nazaret , ilumina el principio que da forma a cada familia, y la hace capaz de afrontar mejor las vicisitudes de la vida y de la historia. Sobre esta base, cada familia, a pesar de su debilidad, puede llegar a ser una luz en la oscuridad del mundo. “Lección de vida domestica. Enseñe Nazaret lo que es la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable; enseñe lo dulce e insustituible que es su pedagogía; enseñe lo fundamental e insuperable de su sociología” (Pablo VI, Discurso en Nazaret, 5 de enero 1964)>> (Amoris Laetitia n.66)
Estas palabras tan sugerentes nos hacen una llamada a cuidar la familia, como algo fundamental en la vida de nuestra sociedad y también en la vida de la Iglesia. El lema de la Celebración de este año dice: <<Vivir la alegría del amor en la familia>>. A este propósito debemos recordar las palabras del Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium el Spes n. 47: “ El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar”.
Cristo vino a la tierra teniendo una familia a la que amó, con la que convivió y en cuyo hogar estuvo durante largos años para enseñarnos a seguir su ejemplo, a valorar la institución familiar, y a entender las características de la familia cristiana. A este propósito hemos de recordar aquí las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en el rezo del Ángelus después de la Consagración de la Sagrada Familia en Barcelona: “en el silencio del hogar de Nazaret, Jesucristo nos ha enseñado, sin palabras, la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia, esperanza de la humanidad, en la que la vida encuentra acogida, desde su concepción a su declive natural”.
En el Evangelio aparece la unidad de la familia de Nazaret; la prueba de la persecución y el destierro que en este ciclo A contemplamos en la escena del Evangelio de hoy ( Mt 2,13-15.19-23); la lejanía de la propia tierra y costumbres; la humildad en medio de un pueblo sencillo como es Nazaret y el espíritu de trabajo. Experimentan dificultades de todo tipo, persecución, las afrontan unidos. También hoy la familia experimenta muchas dificultades y también persecución, persecución de quienes tienen miedo a la familia y quieren destruirla, de quienes no protegen la vida ni respetan la verdadera dignidad de todos sus miembros, persecución de quienes buscan arruinar la construcción divina de esta “Iglesia domestica” atacando a su fundamento natural que es el matrimonio y a la maternidad, en pro de un modelo de hombre que no traduce en su integridad el ser “imagen y semejanza de Dios”. Y aquí está la imposición por ley de la ideología de género, del aborto, del divorcio exprés.
Pero no tenemos que quedar en lamentos por la persecución sino tenemos que desde la experiencia de Dios, y desde el ser testigos de la Alegría del Evangelio, en el marco de la nueva evangelización, proclamar el Evangelio de la Familia, poner de manifiesto que la familia ha de ser la célula viva donde se aprende a vivir en cristiano los valores humanos y divinos del Evangelio. Es en la familia donde se ha de aprender a amar, a orar, a leer la Palabra de Dios, a llenar la vida de sentido cristiano.
En la Familia de Nazaret hubo dificultades, hubo momentos de angustia , pero hubo mucho amor y hubo mucha confianza plena en Dios, una fe total en Dios, que les fue mostrando el camino y les dio fuerzas y alegría para andarlo. En nuestras familias hoy hace falta recuperar, si se ha perdido, y fortalecer la fe en Dios para salir adelante, para permanecer en el amor.
En la Palabra de Dios también se nos recuerdan virtudes a practicar en la vida de familia ( Colosenses 3, 12-21) y que estuvieron presentes en la Sagrada Familia de Nazaret: la misericordia, la bondad, la humildad, la comprensión, el perdón, la paz, la escucha y vivencia de la Palabra de Dios, la participación en la Acción de Gracias, la Eucaristía, virtudes que ayudan a los miembros de la familia a permanecer unidos en el amor.
La familia cristiana, tiene hoy más que nunca, una misión nobilísima e ineludible, como es transmitir la fe, que implica la entrega a Jesucristo muerto y resucitado y la inserción en la comunidad eclesial, nos lo recordaba Benedicto XVI y nos lo recuerda el Papa Francisco.
A toda la Iglesia, a cada uno de nosotros, a cada una de nuestras familias nos alienta en este día la Sagrada Familia de Nazaret a ser testigos del amor de Dios, a descubrir la gracia de ser cristianos y a mostrar el tesoro de la familia cristiana como sacramento del amor que la humanidad espera ver hecho carne en personas concretas que viven y testimonian la alegría del Evangelio, alegría vivida en el amor y en el amor en la familia.
Oremos este día por la Familia, oremos por todas y cada una de las familias del mundo entero y hagámoslo hoy con una oración compuesta por Santa Teresa de Calcuta:
Padre celestial, nos has dado un modelo de vida en la Sagrada Familia de Nazaret. Ayúdanos, Padre Amado, a hacer de nuestra familia otro Nazaret, donde reine el amor, la paz y la alegría. Que sea profundamente contemplativa, intensamente eucarística y vibrante con alegría. Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en familia en los momentos de gozo y de dolor. Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia, especialmente en los momentos de angustia.
Haz que el corazón de Jesús eucaristía haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo, y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una manera santa.
Haz que nos amemos más y más unos a otros, cada día como Dios nos ama a cada uno de nosotros, y a perdonarnos mutuamente nuestras faltas como Tú perdonas nuestros pecados.
Ayúdanos, oh, Padre amado, a recibir todo lo que nos das y a dar todo lo que quieres recibir con una gran sonrisa. Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Santos Ángeles de la Guarda, permaneced a nuestro lado, guiadnos y protegednos. Amén.
El Señor bendiga a todas las Familias. ¡Feliz día de la Sagrada Familia!
Adolfo Álvarez. Sacerdote.