Comenzamos el Adviento, “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”
Tiempo de espera, tiempo de esperanza
Es el Señor el que llega
¡Ven a salvarnos, Señor!
El Adviento nos invita a todos a reorientar nuestra vida hacia Dios. A disponer nuestro corazón al Señor que viene. La Celebración Litúrgica del Adviento nos hace presente y actualiza la Obra de la Salvación que es una constante venida del Señor a nosotros.
El Adviento celebra una triple venida del Señor: en primer lugar, la histórica (Cristo vino), cuando asumió nuestra misma carne para hacer presente en el mundo, en medio de nosotros, la Buena Noticia de Dios; en segundo lugar, la que se realiza ahora (Cristo viene), cada día, a través de la Eucaristía y de los demás Sacramentos, y a través de tantos signos de su presencia, comenzando por el signo de los hermanos, especialmente los más necesitados, “…sale a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento…”(Prefacio III); y en tercer lugar, la venida definitiva (Cristo vendrá)cuando llegará a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna.
El Adviento es un tiempo de espera, de esperanza, de conversión, de alegría:
De espera. Espera en el Señor que viene ahora y que vendrá al final de la Historia. Espera que se hace intensa por el deseo y la necesidad de que Dios con urgencia venga a nuestras vidas para remediar la rutina, el desencanto y la frustración en la que muchas veces nos encontramos por vivir al margen de Dios.
De esperanza. Llamada a la esperanza. Vivir el Adviento es reafirmar nuestra esperanza de que Dios venga nuestras vidas. Es exclamar desde lo más profundo de nuestro corazón ¡Ven, Señor!, deseando que Dios venga a nuestras vidas y nos acompañe en nuestro caminar, que nos dé ánimos, que sea nuestra luz, que nos enseñe a vivir su amor. Nuestra Esperanza es Jesucristo.
De conversión. A ella se nos invita por medio de la voz de los Profetas y sobre todo por medio de Juan Bautista: “Convertíos porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3,2). Se nos llama a cambiar, a vivir nuestra vida según los valores del Evangelio. Cristo quiere venir a nuestros corazones a liberarnos de todo lo que nos ata.
De alegría. Brota del saber que el Señor está cerca, del sentir y vivir el ser hijo de Dios, del tener a Dios con nosotros. Una alegría por sabernos amados por Dios, así San Pablo nos dice: “estad siempre alegres en el Señor: os lo repito: estad alegres…El Señor está cerca”. (Flp 4,4) Así hemos de sentir en nuestro corazón las palabras del Profeta Sofonías, dirigidas a cada uno de nosotros: “Alégrate y gózate de todo corazón…El Señor tu Dios, en medio de ti” (Sofonías 3, 14-15)
Vivamos con intensidad este tiempo de Adviento y a ello nos ayudará tener nuestra mirada en María “que esperó con inefable amor de madre” (el tiempo de Adviento es un tiempo mariano por excelencia), mujer de la espera, la mejor maestra de la espera, y mujer de la esperanza, con su “Si” es modelo de esperanza en que Dios cumple su promesa y alienta de manera singular la esperanza en nosotros, sus hijos.
Que estas cuatro semanas nos ayuden a poner a punto nuestro corazón para acoger al Señor que quiere nacer en nosotros en esta próxima Navidad, a cual el Adviento nos prepara. Hagamos nuestra la súplica de toda la Iglesia: ¡Ven, Señor Jesús!.
¡Feliz y fructuoso Adviento!.
Adolfo Álvarez. Sacerdote