“Inmigrantes muertos en el mar, barcas que en lugar de ser una esperanza han sido camino de muerte. Cuando hace algunas semanas me enteré de esta noticia, que desgraciadamente se ha repetido tantas veces, el pensamiento volvió constantemente como una espina en el corazón que provoca sufrimiento. Y entonces sentí que tenía que venir aquí hoy a rezar, a cumplir un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita.
Esta mañana, a la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado, quisiera proponer algunas palabras que, sobre todo, provoquen a las conciencias de todos, impulsen a reflexionar y a cambiar concretamente ciertas actitudes. “Adán, ¿dónde estás?”: es la primera pregunta que dirige Dios al hombre después del pecado. “¿Dónde estás?”. Es un hombre desorientado que ha perdido su lugar en la Creación porque cree que se hace potente, que puede dominar todo, que puede ser Dios.
Y la armonía se rompe, el hombre se equivoca y esto se repite también en la relación con el otro, que ya no es un hermano a quien amar, sino simplemente el otro que disturba mi vida, mi bienestar. Y Dios plantea la segunda pregunta: “Caín, ¿dónde está tu hermano?”. El sueño de ser potente, de ser grande como Dios, es más de ser Dios, conduce a una cadena de errores que es cadena de muerte, ¡conduce a derramar la sangre del hermano! ¡Estas dos preguntas resuenan también hoy, con toda su fuerza! Muchos de nosotros, y me incluyo también yo, estamos desorientados, ya no estamos atentos al mundo en el que vivimos, no cuidamos, no custodiamos lo que Dios creó para todos y ya no somos capaces ni siquiera de custodiarnos los unos a los otros. Y cuando esta desorientación asume las dimensiones del mundo, se llega a tragedias como a la que hemos asistido.”
“Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no nos corresponde, no nos interesa, ¡no es nuestro! Vuelve la figura del Innombrable de Manzoni. La globalización de la indiferencia nos vuelve a todos “innombrables”, responsables sin rostro y sin nombre. “Adán, ¿dónde estás?”, “¿Dónde está tu hermano?”, son las preguntas que Dios plantea al inicio de la historia de la humanidad y que dirige también a todos los hombres de nuestro tiempo, también a nosotros”.
“Pero yo querría que nos hiciéramos una tercera pregunta: “¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste?”. ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por estas personas que estaban en la barca? ¿Por las jóvenes mamás que llevaban a sus niños? ¿Por estos hombres que deseaban algo para sostener a sus propias familias?”.
Papa Francisco.