El mes de octubre la Iglesia, tradicionalmente en su devoción popular, lo ha consagrado a María en la devoción del Rosario. Esta devoción ha sido, y sigue siendo, muy difundida por los Papas como medio de profundización en los Misterios de nuestra Salvación bajo la mirada confiada y la intercesión maternal y poderosa de María, nuestra Madre. El rosario nos ayuda a través de la contemplación de los Misterios de nuestra Salvación (la Encarnación, la Vida, la Pasión y la Muerte, y la Resurrección del Señor) a un penetrar más profundo en el conocimiento de Cristo, nuestro Salvador, a través de María, nuestra Madre, que además de Madre Cristo fue también Discípula perfecta de Cristo.
Podemos señalar algunas características importantes del Rosario:
- Es una Oración Mariana. En esta oración saludamos y felicitamos a María (Lc 1,48) y a la vez uno ora y medita con María, la Madre de Jesús.
- Es una Oración Cristocéntrica. Está centrada toda esta oración en los Misterios de Cristo. Es un itinerario de anuncio y de profundización en el Misterio de Cristo.
- Es una Oración Bíblica. Se medita sobre las fuentes de la revelación: Biblia y tradición, cuyos elementos esenciales están sacados de la Biblia (el Padrenuestro y la 1ª mitad de la avemaría, como los misterios )
- Es una Oración contemplativa. Con María y de su mano contemplamos a Cristo y a través de esta contemplación estamos llamados a configurarnos con El, es decir a ir teniendo los mismos sentimientos y actitudes del Señor.
- Es una oración catequética. Enseña las principales verdades de la fe y al mismo tiempo es una mina de lecciones de virtudes, actitudes…
- Es una Oración paralitúrgica. Es a la vez preparación y una continuación de las Celebraciones Litúrgicas, especialmente de la Eucaristía.
El Rosario es el compendio de todo el Evangelio.
Al contemplar los Misterios del Señor e invocar a María hemos de sentirnos estimulados a imitar a María en sus virtudes: ésta es la mejor devoción que le podemos tener a la Virgen( Concilio Vaticano II, Lumen gentium nº8). María no es semidiosa, sino la Pobre de Yahvé, María es la Intercesora. Cristo es nuestro único Mediador y la Virgen es la primer testigo del Amor Salvífico de Dios manifestado en Jesucristo.
María es mujer de fe. Se fía de Dios, “he aquí la esclava del Señor”. Como Ella hemos nosotros de confiar plenamente en Dios, fiarnos de Él.
María es mujer de esperanza. Al fiarse de Dios esperó que se cumpliera lo dicho. Nosotros estamos llamados a transmitir esperanza a nuestro alrededor, muchas veces lleno de desánimos y desesperanzas, a transmitir optimismo, gozo, que nos hace sentir la presencia de Cristo en medio de nuestra vida.
María es mujer de caridad. En medio de sus problemas va en ayuda de los demás, ayuda a su prima Isabel, ayuda a los novios en Caná. Es ejemplo para nosotros muchas veces dominados por el individualismo, la insolidaridad, el pensar que sólo nosotros tenemos problemas. De la mano de María estamos llamados y urgidos a vivir el Mandato del Amor, el caminar juntos ayudándonos unos a otros en el camino de la vida.
Concluyo con unas palabras de San Juan Pablo II sobre el Rosario. Que cultivemos esta Oración para que cada día vivamos mas auténticamente nuestro ser cristianos y la difundamos para que otros de la mano de María se encuentren con Cristo y vivan el gozo de la fe.
“ El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda, espiritual y pedagógica para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva evangelización”. “De verdad, en el Rosario el camino de Cristo y el de María se encuentran profundamente unidos. ¡María no vive más que en Cristo y en función de Cristo!” (San Juan Pablo II)
Adolfo Alvarez.Sacerdote