Hoy celebramos la festividad de San Jerónimo, un grande , uno de los cuatro Doctores originales de la Iglesia latina junto con San Gregorio Magno, San Ambrosio y San Agustín.
San Jerónimo fue el autor de la Vulgata , una traducción de la Biblia hebrea y griega al latín realizada en el año 382 después de Cristo.
Le fue encargada por el papa Dámaso I , La Vulgata toma su nombre de la frase vulgata editio (edición divulgada) y se escribió en un latín corriente en contraposición con el latín clásico, ininteligible; su objetivo era ser más fácil de entender y más exacta que sus predecesoras.La vida de San Jerónimo fue muy intensa, nació en Italia hacia el 342 , estudió en Roma , dominaba el latín y el griego, con posterioridad aprendió hebreo, fue un gran conocedor de la Sagrada Escritura, a la que denominó el instrumento “con el que cada día Dios habla a los fieles ; para San Jerónimo leer la Escritura es conversar con Dios: «Si rezas –escribe a una joven noble de Roma–hablas con el Esposo; si lees, es Él quien te habla».
Más tarde se estableció en Belén, donde promovió la vida monástica con la ayuda de su gran amiga Santa Paula , la cual construyó un monasterio para hombres, próximo a la basílica de la Natividad, lo mismo que otros edificios para tres comunidades de mujeres. El propio Jerónimo moraba en una amplia caverna, vecina al sitio donde nació el Salvador, hoy en día en las excursiones a Tierra Santa es uno de los lugares de obligada visita.
En aquel mismo emplazamiento se estableció una escuela gratuita para niños y una hostería, «de manera que», como dijo Santa Paula, «si José y María visitaran de nuevo Belén, habría donde hospedarlos».
En sus propias palabras nos dejó escrito: «Por nosotros mismos nunca podemos leer la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos en errores. La Biblia fue escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo» «Sólo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos entrar realmente con el “nosotros” en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere decir». «Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica».
Debido a la lectura de las Sagradas Escrituras el santo se entrega por completo a los demás : es necesario «vestir a Cristo en los pobres, visitarle en los que sufren, darle de comer en los hambrientos, cobijarle en los que no tienen un techo». La Palabra de Dios «indica al hombre las sendas de la vida, y le revela los secretos de la santidad».