Nuestro querido Jesús subió al Cielo hace casi dos mil años, nos dejó su Palabra, nos dejó los Sacramentos y antes de subir a la Gloria , como Buen Pastor que es preocupado de los destinos de su rebaño , nos dejó a San Pedro al frente de su Iglesia, como primer Papa.
Cristo le preguntó tres veces a Pedro si le amaba antes de darle la orden de cuidar de sus ovejas, nosotros ; en el contexto judío tres afirmaciones cierran un trato, Jesús cerró con Pedro el trato de ser la Piedra angular de su Iglesia, el primer Papa y le comunicó todos los poderes necesarios para desempeñar su labor y de esa manera Cristo le dijo a San Pedro “ A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos, lo que ates o desates en la Tierra será atado o desatado en el Cielo”, esto significa poder para gobernar.
El Papa está en el lugar de Jesucristo y tiene encomendada la tarea de cuidar su rebaño, por eso nosotros debemos obedecer al Papa en lo que él disponga para la buena marcha de su Iglesia.
Hoy , esa labor la desempeña nuestro Papa Francisco que con motivo de la 67 semana litúrgica nacional italiana que se inició en la ciudad de Gubbio con el título “ La liturgia lugar de la Misericordia, reconcíliate para reconciliar” que termina mañana, ha dicho :
“El don de la misericordia resplandece de modo muy especial en el sacramento de la Penitencia o Reconciliación. Uno se reconcilia para reconciliar. La misericordia del Padre no puede ser circunscrita a conductas intimistas y auto-consoladoras.”
Es en el sacramento de la Penitencia o reconciliación que de hecho “resplandece de manera toda particular” el don de la misericordia»; «en este sacramento se cumple el encuentro con la misericordia recreadora de Dios de la cual salen hombres y mujeres nuevos para anunciar la vida buena del evangelio a través de una existencia reconciliada y reconciliadora”.
No podemos olvidar que si bien es cierto que Jesús siempre está con nosotros, también lo es que instauró como esposa a su Iglesia, de la que formamos parte, que como cualquier organización tiene una Jerarquía cuya obligación es garantizar la autenticidad en la fe y en la vida cristiana y administrar los Sacramentos que Cristo nos dejó.
Es a través de la Iglesia que nuestra unión con Jesús se hace más fuerte, es a través de los sacerdotes y de sus manos consagradas que podemos recibir a Jesús vivo en la Eucaristía cada día y son esas mismas manos consagradas las que con la señal de la Cruz perdonan nuestros pecados en el Sacramento de la penitencia, nos imponen el Sacramento de la Unción de Enfermos, nos dan el Bautismo.
Nuestra relación con Jesús no puede ir por libre, porque El creó su Iglesia para que formásemos parte de ella como individuos pero dentro de la Comunidad, obediente a sus normas y a sus principios.
Nuestro Papa y nuestra jerarquía nos necesitan mucho a cada de uno de nosotros los cristianos , necesitan de nuestra colaboración, de nuestra cercanía y de nuestra oración para poder llevar a cabo de la mejor manera posible la labor que Cristo les ha encomendado.