Seguimos meditando la Oración Universal, la oración que Cristo nos enseñó para dirigirnos al Padre Eterno, el Padre Nuestro , que a pesar de haber sido creado hace más de dos mil años , continua recitándose cada día por millones de cristianos pues es la Oración Perfecta, hecha por Dios-Hijo, para pedir al Padre todo lo que necesitamos de alma y cuerpo.
“Venga a nosotros tu Reino”, que es lo mismo que decir Venga tu Reino a la tierra como está en el Cielo.
Jesús nos pide que deseemos con todas nuestras fuerzas y con todo nuestro corazón que venga porque si viniera la alegría habitaría la tierra, el Reino de Dios habitaría en los corazones, en las familias, en las gentes, en las naciones.
Jesús nos ruega que sea la tierra espejo que refleje en las personas la vida del Cielo y nos dice que un día llegará todo esto pero que antes de que la tierra posea el Reino de Dios han de venir siglos y siglos de lágrimas y sangre, de errores y persecuciones, de bruma rasgada por destellos de luz irradiados por el faro místico de su Iglesia, la cual está obligada a mantener alta la luz de Dios.
Habla de la Iglesia como una barca que no será hundida y también como arrecife que resiste cualquier golpe de mar .
Llegará un día en que la Iglesia será como la llamarada intensa de un astro que alcanzada la perfección de su existencia, se disgrega, cual desmesurada flor en los jardines celestes, para exhalar en un rutilante latido su existencia y su amor a los pies de su Creador. Llegar , llegará; entonces comenzará el Reino perfecto, beato, eterno, del Cielo; El poema del Hombre-Dios de María Valtorta , nos deja reflexiones tan preciosas como éstas.
En el mensaje del día 2 de Julio en Medjugorje , María nos recuerda que el camino hacia su Hijo es duro, lleno de renuncia, intentar construir en la tierra el Reino de Dios no es tarea fácil, solo con Su ayuda y Su gracia podemos avanzar, pero también nos recuerda que al final del camino siempre hay Luz, nos dice con infinito amor que nos comprende, que comprende nuestros dolores y nuestros sufrimientos y que con amor maternal nos enjuga las lágrimas y nos dice una cosa clave “Vosotros, hijos míos, debéis estar preocupados solo por vuestra alma, porque el alma es lo único que os pertenece en la tierra. Traeréis vuestra alma sucia o limpia delante del Padre Celestial. Recordad que la fe en el amor de mi Hijo siempre es recompensada”.
Pidamos a Dios uno y trino con fuerza, que Su Reino venga a nosotros; la gracia , el valor, la renuncia, la luz necesaria para luchar por Él y démosle gracias por todos los maravillosos regalos que nos envía entre los que brilla preciosa nuestra Madre la Santísima Virgen María.