Los Santos Mártires de Roma, fueron víctimas de la persecución de Nerón después del incendio de Roma que ocurrió el 19 de Julio del año 64.
Entre los mártires los más ilustres fueron San Pedro y San Pablo, que conmemoramos ayer, es por eso que tras esta celebración tan importante, la Iglesia quiso también ensalzar hoy la memoria de los numerosos mártires que no tuvieron un reconocimiento específico.
La comunidad cristiana en tiempos de Nerón fue la cabeza de turco perfecta para descargar la furia del Emperador romano tras el incendio de la ciudad de Roma; se les culpabilizó de ese hecho y se cometieron atrocidades con los cristianos, son muy conocidos los episodios en que se utilizaron como antorchas humanas rociados con brea y dejados ardiendo en los jardines de la colina Oppio; también recordamos a las mujeres y niños que vestidos con pieles de animales fueron dejados a merced de las fieras en el circo.
Fue tal el episodio de crueldad que se vivió desde el año 64 al 67 contra la comunidad de los primeros cristianos y la ejemplaridad con que murieron que acabó suscitando entre el pueblo de Roma un sentimiento de piedad.
En el cuaderno número 44 de la Obra de María Valtorta, dice Jesús:
“ Mis mártires fueron divinamente sabios. No se dijeron a sí mismos, como el impío: Gocemos del presente porque no se repite y, con la muerte, terminan todos los placeres.
En cambio, mis mártires invirtieron la teoría del mundo y siguieron únicamente la de Dios.
Debido a eso, el mundo les puso a prueba, les ultrajó, les atormentó, les mató, con la esperanza de turbar su virtud. Pero el mundo, en su necedad, no sabía que cada golpe que les daba para disgregar su alma, era como un golpe de mazo, que a ellos les hacía penetrar en Mí y a Mí en ellos con un amor que era una fusión perfecta, hasta el punto que, aun estando en la cárcel o en el circo, ya estaban en el Cielo y me veían tal como, tras el instante de dolor y de muerte, me verían por la bienaventurada eternidad.
No estaban muertos, ni destruidos, ni torturados, ni desesperados. El mundo no podía comprender a estos locos santos, cuya locura era amar a Dios con toda la perfección de que era capaz la criatura humana.
Mas, de este modo, salvaron el mundo. Si a pesar de tantos ejemplos y tantos baños de sangre purificadora, os habéis convertido en las fieras que sois hoy, ¿en qué os habríais convertido sin la santa y bendita generación de mis mártires? ¿Cuánto tiempo antes habría aumentado vuestra bestialidad?.
Mis mártires evitaron que os precipitarais a Satanás mucho antes del momento fomentado por vuestra lujuria.
Aún hoy os invitan a deteneros, a retomar el camino que sube, dejando de lado el sendero que precipita.
Aún hoy os dicen palabras de salvación. Os las dicen con sus heridas, con sus reflexiones a los tiranos, con su caridad, con el cuidado de su pudicia y con su paciencia, su pureza, su fe, su constancia”.