La Solemnidad de San Pedro y San Pablo nos hace festejar a los dos Apóstoles considerados “Columnas de la Iglesia”. Y en este día celebramos también el día del Papa, sucesor de Pedro y Cabeza de la Iglesia de Cristo.
En este día, 29 de junio, celebramos el glorioso martirio de estos dos grandes Apóstoles: San Pedro y San Pablo. Una de las grandes solemnidades cristinas. Dos hombres fundamentales de la Iglesia tal como lo vemos en el Nuevo Testamento. La profesión de fe en Jesucristo de ambos sellada de manera admirable con el testimonio supremo del martirio, fundamenta la fe y el testimonio de la Iglesia también en nuestros días.
Pedro es el hombre elegido por Cristo para ser la “roca” de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta edificaré mi Iglesia” (Mt 16,16). Pedro es el amigo entrañable de Cristo, el hombre elegido que traiciona a su Maestro y que se arrepiente de haberle negado, el hombre impetuoso y generoso que reconoce y confiesa al Dios hecho hombre: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16)
Pablo fue conquistado por la gracia divina camino de Damasco y de perseguidor de los cristianos se convirtió en el gran Apóstol de los gentiles. Después del encuentro con Jesucristo en su camino, experiencia que marcó su vida, se entrego de una manera absoluta y sin reservas al servicio del Evangelio. Pablo es el hombre apasionado por Cristo, fogoso e incansable que recorre el mundo entonces conocido anunciando la Buena Nueva de la Salvación en Cristo Jesús. No tiene otra misión, de ahí que llega a decirnos: ¡ Ay de mí si no anunciare el Evangelio! (1Cor 9, 16)
Los Dos Apóstoles anunciaron sin desfallecer y apasionadamente la victoria de Cristo, fueron testigos de su Resurrección y con su martirio nos quieren ayudar a nosotros a vivir hoy nuestra misión de ser testigos hoy del Resucitado y a no acobardarnos ante las dificultades. Desde sus sepulcros, en Roma, su sangre derramada ofrece un testimonio permanente de Jesucristo para gloria de Dios. Un testimonio que nos ayuda a nosotros hoy a vivir unidos a Cristo, “Camino, Verdad y Vida” y a ser “luz del mundo y sal de la tierra” desde nuestra condición de bautizados tal como el Señor nos encargó.
Testimoniar a Cristo. A ello nos ha de animar la Celebración de la Solemnidad de estos dos grandes Apóstoles. El misterioso itinerario de fe y de amor que condujo a Pedro y a Pablo a Jerusalén, luego por diversas partes del mundo y después a Roma constituye un itinerario que es modelo del itinerario que todo cristiano está llamado a recorrer para testimoniar a Cristo hoy en medio de nuestro mundo. Cada uno de nosotros, creyentes, somos llamados como Pedro y Pablo a dar testimonio de Cristo