Jesús nos dice:“Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”, el Antiguo Testamento nos muestra en varios lugares como los judíos debían mostrar una actitud hostil con ciertos pueblos para no contaminarse con sus ídolos, también conocemos perfectamente la Ley del Talión “Ojo por ojo y diente por diente”, pero Jesús nos señala: “Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”; así serán hijos del Padre que está en el Cielo. Si ustedes aman solamente a quienes los aman ¿qué recompensa merecen?.
Cristo nos invita a amar, amar sin medidas, pues es lo que representa el amor verdadero, Dios es todo amor y hace salir un sol tanto para malos y buenos y llover sobre justos e injustos (Mt, 5,45).
Este es el mensaje más revolucionario, impactante e impresionante de la historia de la Humanidad; tenía que venir de un Hombre-Dios, para nosotros este mensaje es inconcebible, pagar bien por mal, ¡no es lógico!, de hecho, es ridículo.
Realmente no estamos preparados para afrontar un reto así SOLOS, es a través de la gracia de Dios que podemos lograr hacer realidad este precepto, inconscientemente nos encerramos como tortugas ante la más mínima agresión exterior, como mucho intentamos perdonar pero desde luego no interactuar más con alguien que nos causa dolor, sin embargo, el mensaje de Jesús es claro, ¡¡ Amen a sus enemigos!! ¡¡Rueguen por sus perseguidores!! no ha lugar a interpretaciones; Jesús siempre se caracteriza por hablar muy claro, con amor y misericordia, hoy en el Evangelio Jesús nos enseña a pedir como niños a nuestro Padre del Cielo : “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, el amor siempre va cogido de la mano del perdón.
María Valtorta en su obra razona así: “Es mejor pecar de bondadoso y confiado que de desconfiado y duro, si haces el bien a un indigno ¿Qué mal te acarreará ello? ¡ninguno! El premio de Dios estará pronto para ti, mientras él tendrá el castigo de haber traicionado tu confianza. Algunas veces el que es inmerecido no se conforma con la ingratitud, sino que va más allá, y llega incluso a difamar, a dañar los bienes y la vida misma”. Pero ¿esto disminuiría tu mérito? ¡No! Aunque todo el mundo creyese las calumnias, aunque te quedaras más pobre que Job, aunque el cruel te quitase la vida, ¿qué habría cambiado a los ojos de Dios? ¡Nada! O, más bien, sí, habría un cambio, pero en favor tuyo. Dios, a los méritos de bondad, uniría los méritos del martirio intelectual.”
El Señor muriendo en la cruz, perdona a los que lo crucifican, ni un reproche, ni una queja, ni un mal gesto, por eso es solo a través de Dios y con su ayuda que puedes intentar llevar a cabo en la vida esta acción de bien, pidiendo al Espíritu Santo la gracia necesaria para ello, realmente llevar a cabo esta sublime tarea con nuestras propias fuerzas, es impensable.