Existe una tradición antiquísima que se remonta al siglo XV o incluso anterior, por la cual se elaboraron unas pequeñas capillitas , principalmente de madera, que contenían la imagen de un Santo o una Virgen y cuya creación se atribuye a la comunidad franciscana y de las órdenes de caballería medievales.
Los frailes franciscanos relatan como las hornacinas de la Virgen del Carmen, San Antonio de Padua y San Francisco de Asís circulaban por los hogares para unir en oración a las familias cristianas; desde entonces muchísimas advocaciones marianas han recorrido de esta forma los hogares de los fieles llevando a las casas la cercanía y el amparo de nuestros Santos, de nuestra Madre del Cielo y del Señor.
Las Capillas de Visita domiciliaria se cierran como una pequeña maleta, suelen estar bellamente decoradas, tienen en la parte superior un asidero para transportarlas y llegados a su destino se colocan en un lugar preferente en el hogar y se abren y parecen una pequeña capillita en miniatura, con la imagen bellísima en su interior y hoy en día generalmente resguardada por un cristal.
Es de esa manera que las podemos tener en nuestras casas para acudir a ellas en oración, o simplemente para disfrutar de ellas cuando al desplazarnos de un lado a otro del hogar nos las encontramos; también es costumbre hacer una limosna en la pequeña hucha que llevan incorporada y que se destina a obras de caridad, asimismo podemos acompañarla con flores o velas en señal de veneración.
Esta práctica apenas ha cambiado a lo largo de los siglos y así vemos que cada capilla se mueve o rota dentro de un grupo de personas preestablecido que así lo ha querido, es por eso que se llama de visita domiciliaria; va de casa en casa, pasando una noche en cada una y a la mañana siguiente un vecino se la entrega al otro en la lista, al igual que la mañana anterior la persona que te precede te la entregó a ti.
En la Parroquia de San Martín de Parres siempre existió La Milagrosa, que en estos momentos ya no visita, la Virgen del Carmen y también disfrutamos en nuestra parroquia de la Capilla de Visita Domiciliaria del Sagrado Corazón de Jesús.
Es hermoso conservar las tradiciones sobre todo si son tan preciosas como ésta y es increíble cómo a pesar de pasar totalmente desapercibidas, hoy en día después de siglos de tradición , siguen existiendo, aunque seguramente con menos devoción que en otros tiempos, pero perviven y siguen alumbrando nuestros hogares.