Los reportajes o películas sobre el pánico nazi, nos causan horror al observar cientos de cadáveres amontonados y sin embargo, no reaccionamos cuando cada mañana en las noticias publican imágenes de playas llenas de cuerpos de personas, de niños, de jóvenes ; estos días la CNN relató que cientos de cadáveres fueron recuperados en las costas de Libia después de que un bote volcara en el Mediterráneo camino a las costas europeas.
Después de una semana trágica que dejó 880 inmigrantes fallecidos en el mar según afirmó la propia ACNUR. En 2015 se estima que fallecieron más de 1.000 niños, un 30% de los migrantes fallecidos, cerca de cuatro mil personas, durante el pasado año en el mar Mediterráneo.
Con la llegada de la primavera se vuelve a intensificar todo el problema de los refugiados que buscando un mundo mejor arriesgan constantemente sus propias vidas y las de sus familias ; las personas que huyen de la guerra y de la hambruna se lanzan de nuevo al mar, en la mayoría de los casos siendo utilizados por mafias y vemos estos últimos días en las noticias constantes tragedias humanas que ya no son novedad, que ya ni siquiera nos revuelven por dentro, por el mero hecho de estar sucediendo cada día, ¡nos hemos acostumbrado al horror!.
Todas estas personas no tienen rostros, ni vidas para nosotros, por eso soportamos las noticias, son desconocidos que huyen e incluso en nuestro subconsciente pensamos que ellos mismos se lo buscan, que ellos mismos lo solucionen, pero la realidad es que son hermanos, almas a los ojos de Dios igual que nosotros, seguro que miradas por Él con mucho más amor en estos momentos por las duras pruebas que están teniendo que soportar, pero como son hermanos anónimos, pobres, parece que sus vidas no tienen el valor que tienen las nuestras y de esa manera estas noticias quedan relegadas a veces a un segundo o tercer término ante cualquier otro acontecimiento, que puede ser incluso vanal pero al que se le da muchísima más relevancia.
La Sagrada Familia huyendo de Palestina a Egipto , fue una familia de refugiados, como las miles de familias que hoy huyen en busca de un futuro de tantos países del mundo.
Hoy he visto en el telediario a un joven que se llama Ramis Anis, un refugiado sirio que ha conseguido después de mucho sufrimiento llegar a Bélgica , este joven forma parte del equipo de diez atletas que constituyen el equipo olímpico de refugiados y van a Río. El himno y la bandera olímpica representarán a este equipo de deportistas que no pueden competir con su país de origen por su condición de exiliados. «Será un símbolo de esperanza para todos los refugiados de nuestro mundo, y haremos un mundo mejor conscientes de la magnitud de la crisis», dijo el presidente del COI Thomas Bach.
Que el Espíritu Santo nos ayude como cristianos a sentirnos moralmente obligados a hacer de esta tierra un lugar más humano, más coherente, más justo, hemos de ayudar con nuestra oración pero también con nuestras obras , para que nuestros corazones que se han vuelto de piedra vuelvan a latir .