Vamos a seguir meditando el Padre Nuestro, la oración más importante, entregada por el mismo Dios hecho hombre y que es perfecta pues encierra en sí misma todo lo que el hombre necesita para el cuerpo y para el espíritu , la Oración por excelencia, la Oración Universal, tan preciosa que a pesar de los Siglos que han pasado desde que se dijo por primera vez sigue inmutable.
“Santificado sea Tu Nombre”
“El Nombre de Dios es el más bello, el más Santo y el más tierno que existe”
poema del Hombre Dios, María Valtorta.
En la antigüedad los judíos ni siquiera se atrevían a pronunciarlo por el inmenso respeto que le tenían, sufrían intentando referirse a El con formulismos , así le llamaban Adonai, pero no eran capaces de referirse directamente, tan grande era el respeto que superaba a la confianza, esa confianza que Jesús nos dio para referirnos a Él como sus hijos amados, para tutearle, sin embargo con el transcurso del tiempo los seres humanos hemos aprendido a perderle por completo el respeto al Santo Nombre de Dios.
Es curioso cómo somos capaces de estar oyendo constantemente blasfemias sin darles la más mínima importancia ; es increíble como todos los días a todas horas , en la calle, en los negocios, en la más pequeña conversación, muchísimas personas pisotean incesantemente el nombre de Dios, blasfeman continuamente sin siquiera darse cuenta de que lo hacen, sin darle importancia, utilizando palabras terribles como simples muletillas, de hecho nosotros a veces ya ni siquiera nos damos cuenta de ello.
Eso fue lo que me ocurrió a mí al volver de un viaje a Medjugorje, pasé allí unos días y ya a la vuelta no escuchaba en la boca de los demás más que barbaridades , sobre Dios, sobre la Virgen, sobre los Santos, quedé impresionada pues supongo que antes también las oiría pero incluso mis oídos se habían acostumbrado a ello y no me perturbaba, había perdido la sensibilidad ante el constante ultraje del nombre de Dios.
Dios en un exceso de Amor ha creado la Humanidad, es nuestro Padre y su nombre debe ser Santificado por los Siglos de los Siglos, Su nombre debe ser recordado siempre por su hijos con un profundo y respetuoso amor, con confianza, pero siempre con adoración y alabanza, pues Dios es “El que es” y no le adoramos para hacerle más importante, Él no nos necesita para ser importante, Él es Dios, no merma su grandeza porque nosotros hablemos de Él mejor o peor, porque le alabemos o ultrajemos .
Él solo nos necesita porque nos ama y nuestro deber es corresponder a ese Amor Santificándolo en la medida de nuestras fuerzas, no en vano el segundo mandamiento de la Ley de Dios es “No tomarás el nombre de Dios en vano”.
¡Despertemos! ¡Abramos los ojos! ¡Dios nos ama!, santifiquemos Su nombre, para El la Gloria y la Alabanza por siempre.