En la Villa de Arriondas, celebramos ayer un gran acontecimiento, las Primeras Comuniones, durante tres años los sacerdotes y los catequistas colaboramos en la Iglesia humildemente para intentar formar a un grupo de niños; esto que parece tan sencillo, resulta ser todo lo contrario; muchas familias viven este acontecimiento como algo festivo y formal pero no como un hecho extraordinario y maravilloso que se da una vez en la vida y lo cierto es que lo sé porque luego cada año la mayoría de los niños una vez han hecho la Primera Comunión no siguen incorporados como fieles a la Iglesia sino que sus familias se desvinculan y con ello a los niños.
Ser catequista es algo excepcional, instruir a los niños sobre cualquier materia es un auténtico privilegio, pero aportar nuestro grano de arena para enseñar a los niños a conocer a Jesús, a conocer nuestra fe, no existen palabras para describirlo.
Acompañarles durante los años de su formación es por un lado sorprendente, pues la naturalidad de los niños te sorprende siempre, por otro lado es graciosísimo, los niños siempre hacen reír con su inocencia y también hay que decir que es agotador, porque son generalmente inquietos, son niños y quieren jugar y reír y se aburren cuando están sentados escuchando, pero siempre te hacen sentir bien, no existe en ellos la hipocresía ni la falsedad, se dan como son, se porten mal o se porten bien, pero siempre con sinceridad.
Después de tantos días de catecismo, después de tantos ensayos en los que cuesta un trabajo infinito que se estén quietos , llega el día en que se presentan todos guapísimos en la Iglesia, con sus vestidos de fiesta, rodeados de sus seres queridos , son como Ángeles bajados del cielo y siempre te sorprende lo bien que se portan en la Eucaristía y llega el momento de la Comunión y por primera vez en sus cortas vidas reciben dentro de sí a Jesús ¡¡imagino la alegría de Jesús!! ¡¡imagino la alegría de la Santísima Virgen!! En definitiva, supongo que todo el Cielo, los Ángeles, los Santos, todos están de fiesta y todos disfrutan de ese momento perfecto en que las almas de los más inocentes y de los más pequeños se funden con Jesús, “Dejad que los niños se acerquen a Mí”, Él siempre está deseoso de estar con los niños, ellos son puros y su compañía siempre es grata para el Señor.
Pero este es solo el primer paso, conocer a Jesús requiere de toda una vida y aún así no le conocemos lo suficiente, pero Él quiere seguir estando con nosotros no solo el día de nuestra Primera Comunión, Él quiere seguir acompañándonos cada Domingo, incluso cada día por semana si se lo permitimos, porque siempre está deseoso de nuestra compañía porque nos ama y aunque hemos dado un paso nos queda por delante todo un sorprendente camino que recorrer, juntos como Iglesia; no nos separemos, démonos la mano y sigamos unidos a Él.