Examinando la vida de los Santos que han animado el amor al Sagrado Corazón de Jesús me encuentro que tanto Santa Margarita de Alacoque como el beato Bernardo de Hoyos tuvieron las visiones y sensaciones del Corazón de Jesús relacionadas con la octava del Corpus, ¡qué curioso resulta este dato!.
La devoción del Corpus Christi es antiquísima, se remonta al siglo XIII en Bélgica, en la Abadía de Cornillón, es ahí donde nace impulsada por la priora de la Abadía, Santa Juliana de Mont Cornillón ; esta Santa adoraba profundamente a Jesús Eucaristía y por tanto allí nacieron costumbres eucarísticas tales como la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento , el uso de las campanillas en la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi, una solemnidad para celebrar la presencia real de Jesús a través de la Eucaristía bajo las especies de pan y vino , entre nosotros, hasta el fin de los tiempos.
Sobre el año 1264 el Papa Urbano IV la extiende a toda la Iglesia, fijando la fiesta el jueves después de la Octava de Pentecostés y fue declarada y ratificada posteriormente como muy piadosa en el Concilio de Trento.
Volviendo al principio, la octava son la prolongación por ocho días de la fiesta correspondiente, por tanto la Octava del Corpus es la prolongación por ocho días de la Fiesta del Corpus ; pues a Santa Margarita María de Alacoque se le apareció Jesús en varias ocasiones en la Octava del Corpus Christi y el beato Bernardo de Hoyos con 21 años recibió una carta de su amigo Agustín Cadaveraz que era sacerdote y a éste le habían pedido un sermón para la octava del Corpus , es así como Bernardo se encontró él mismo con el Corazón de Cristo.
Expresamos así que están íntimamente unidas las Fiestas del Sagrado Corazón de Jesús con la Solemnidad del Corpus Christi que nos dice que Jesús se encuentra en la Sagrada Eucaristía en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, que como está ahí, solo está en el Cielo.
El Corazón de Jesús es real y se encuentra totalmente presente en la Sagrada Eucaristía , por medio de la Consagración el Espíritu Santo transforma las especies del pan y el vino en el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Jesús de Nazaret y aunque la vista y el gusto nos engañan , realmente cuando comulgamos estamos con el verdadero, el auténtico Jesús de Nazaret, el mismo que caminaba por Galilea y cuando adoramos el Santísimo Sacramento, estamos igualmente con Jesús, el auténtico y gratuitamente se nos da en cada Misa.
Sabemos que la gracia que recibimos con el Santísimo Sacramento es mucha, aun así y aunque reconocemos que está presente, el comportamiento humano hace echar de menos profundamente el poder verlo, oírlo y tocarlo tal y como es en el Cielo.