¡¡Hagamos una prueba!! Vamos a mirar estos nueve días el Sagrado Corazón de Jesús, recémosle esta novena que empieza hoy, nueve días de oración ; acudamos a Él con gratitud y con alegría y llevémosle también nuestros pesares y sufrimientos como reparación ante tantas ingratitudes que recibe, vamos a abrirle las puertas de nuestro propio corazón de par en par y decirle ¡¡Entra!! ¡¡Y veamos qué sucede!! ¡¡Seguro que algo maravilloso!!.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús siempre es actual, Santa Margarita María de Alaco fue su impulsora en 1673, fecha en que comenzaron las manifestaciones que recibió de Jesús en las cuales lo veía con el Corazón abierto y Jesús lo señalaba con Su mano diciendo “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su Amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”
En España en 1733 el beato Bernardo Francisco de Hoyos recibió de Jesús el encargo de extender por España y por toda la Iglesia el culto a Su Sagrado Corazón, “Mostróme su Corazón todo abrasado en amor, y condolido de lo poco que se le estima.”
Ahora en pleno siglo XX en el año 1931, Jesús se presenta ante Santa Faustina Kowalska de nuevo señalándonos su Corazón , nuestro Señor continúa incansable intentando acercarnos a ese Corazón traspasado y agotado por Amor, en este caso la devoción nos intenta acercar a Jesús a través de la misericordia y nos dice que es la última tabla de salvación. Se accede a la misericordia por la confianza y de su bendito Corazón salen rayos de agua y sangre para lavarnos y redimirnos.
Puedes sentir en los tres casos que el fin último es el mismo, que el Señor busca todos los medios a su alcance y nos hace conocer por medio de los Santos su gran deseo que es acercarnos a su Corazón, ese Corazón que se nos muestra sangrando con la corona de espinas clavada en El, abrasado en llamas de Amor y que herimos cada uno de nosotros cada vez que poniendo nuestra voluntad por delante de la de Dios, decimos no al Señor y pecamos.
Ante la tristeza y el desengaño he podido apreciar en mi propio corazón la grandeza y la belleza del Sagrado Corazón de Jesús y he comprendido que es un manantial de vida y de fuerza, de esperanza y de alegría porque he percibido que ese sufrimiento ha sido por Amor, que nos entrega a cada instante su Corazón por Amor, que ese Amor es inagotable e infinito y que está esperando siempre el momento en que acudamos a Él para poder abrazarnos y decirnos a cada uno de nosotros ¡¡ cuánto te he estado esperando!!, ¡¡cuánto te echaba de menos!!,¡¡ cuánto te amo!!, ¡¡cuánto deseo tu felicidad junto a Mí!!.
Es imposible en el transcurso de esta vida comprender del todo el misterio de ese Gran Amor, supongo que solo llegaremos a entenderlo en plenitud cuando disfrutemos de su presencia en el Cielo, pero sí podemos dentro de nuestras posibilidades humanas si lo deseamos realmente encontrarlo , intuirlo, en definitiva sentirlo.