Al amanecer del 4 de enero de 2015, comenzamos un viaje hacia Valladolid, donde existe el Santuario de la Gran Promesa; ¿y os preguntaréis qué fue lo que desencadenó ese viaje?, el Sagrado Corazón de Jesús es un auténtico tesoro que Jesús te ofrece cada día por Amor, en Él encuentras una multitud de respuestas a todas tus preguntas y dudas.
Si buscas el comienzo de la devoción descubres a Santa Margarita María de Alacoque, de manera que si ansías visitar el principal Santuario del Sagrado Corazón debes ir nada menos que a Francia, a la Basílica de Paray-Le-Monial.
Pero ¡Que ignorancia! somos auténticos desconocedores de que en España existe una Basílica Menor y Santuario Nacional de la Gran Promesa, consagrado al Sagrado Corazón de Jesús y situado en Valladolid. El 14 de mayo de 1733, mientras dirigía una oración devocional al Sagrado Corazón de Jesús después de comulgar, el entonces estudiante de teología y futuro padre jesuita Bernardo Francisco de Hoyos (1711–1735) recibió en el presbiterio del templo la conocida como Revelación de la Gran Promesa. De Hoyos escuchó las siguientes palabras:
«Reinaré en España y con más veneración que en otras partes».
El 25 de septiembre de ese mismo año, siguen narrando las crónicas jesuitas, el beato oyó una voz que le dijo:
«Pídeme lo que quieras por el Corazón Santísimo de mi Hijo, y te oiré y te concederé lo que me pidas».
Entendiendo que se hallaba ante una ratificación por el Padre de la Gran Promesa realizada por el Sagrado Corazón del Hijo meses atrás, de Hoyos pidió la extensión del Reino del Sagrado Corazón de Jesús en España.
He aquí el verdadero motivo de este viaje, visitar la Basílica de la Gran Promesa, la promesa del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en España, de esa manera llegamos bajo un precioso día de sol ante la fachada de la Basílica. Es una fachada sobria pero bonita y en el interior lo primero que llama la atención es una imagen “enorme” del Sagrado Corazón en el Retablo Mayor, Jesús imponente con los brazos abiertos nos recibe y uno se siente especialmente sobrecogido y no puede dejar de mirarlo.
Puedes sentir al respirar una profunda paz interior y te darás cuenta de la importancia de esa promesa, al consagrar todo al Sagrado Corazón de Jesús, nuestras vidas, nuestras almas, nuestras familias, nuestros amigos, nuestras casas, nuestros trabajos, nuestras Parroquias, nuestra Patria, toda la humanidad , porque el Sagrado Corazón de Jesús encierra en sí todo el Amor y todo lo bueno que existe, encierra dentro de sí todo el sacrificio y el dolor que le provocamos, pero aún a pesar de eso sabemos que confiando en Él nunca seremos defraudados.