CRISTO, EL SEÑOR, EL BUEN PASTOR QUE SIGUE LLAMANDO
Seguimos celebrando la Pascua, el Misterio central de nuestra fe, la Resurrección de Cristo.
En este tiempo pascual, se nos invita a la alegría y la esperanza, desde la experiencia de Jesús Resucitado. En Él, Dios cumple la promesa de cuidar de su pueblo. Y así en este Domingo se nos presenta como el Buen Pastor que da la vida por su rebaño. Jesucristo da su vida por nosotros y así nos muestra el amor que Dios nos tiene.
Y también en este Domingo junto con la presentación de Jesús, Buen Pastor se nos presenta también a Jesús,, desde la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, como “la Piedra Angular que desecharon los arquitectos”; además se nos dice: “ningún otro puede salvar”. Esta imagen nos dice que Jesús es la piedra principal que sustenta la Iglesia. Como sabéis la piedra angular es la piedra central de un arco, que es la que hace que el arco se mantenga en pie. Cristo es el único que puede remediar nuestros males, el único que nos salva.
Y en este cuarto domingo de Pascua, llamado del Buen Pastor, celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de las Vocaciones Nativas. Este año esta Jornada lleva por lema:”Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros”
Jornada de Oración por las Vocaciones, con ella se quiere sensibilizar a los jóvenes a plantearse su vocación, a responder al Señor que sigue llamando a la vida sacerdotal y a la vida consagrada y se nos llama a todos a rezar para que los llamados respondan al Señor y perseveren en el Sí dado al Señor. Hoy hemos de rezar con insistencia dada la escasez de sacerdotes y de personas en la vida consagrada, para que haya vocaciones. Y la Jornada de las Vocaciones Nativas que son aquellas vocaciones que surgen en los Territorios de Misión y que muchas veces tienen serias dificultades económicas para seguir adelante. Han recibido el Evangelio de los misioneros, y son el signo de que éste ha arraigado en la cultura, y se convierten en el futuro de las Iglesias locales.
Hemos de tener presente que la vocación no es solo un don individual, es sobre todo, un don para toda la Iglesia. La pregunta que nos plantea el lema de este año nos hacer situarnos en esta perspectiva. Muchas veces que el planteamiento se hace desde la pregunta: “¿Qué quiero ser”, y éste es un planteamiento erróneo, desde un punto de vista cristiano, ya que la pregunta que hay que hacerse es “¿Qué quiere Dios de mi?”, y hemos de cada uno discernir como quiere el Señor que viva la misión que he recibido en el bautismo. El secreto de la vida, de la vocación cristiana y de la manera de vivir la vocación cristiana, sea vocación sacerdotal, vocación consagrada, vocación matrimonial, siempre es ser para Dios y para los demás .
Toda vocación es llamada para ser presencia de Jesús, el Buen Pastor.
El Evangelio de este cuarto domingo de Pascua centra la mirada en Jesús, Buen Pastor. El pastor es la persona que está al frente del rebaño de ovejas para cuidarlas: las saca del aprisco para conducirlas a pastos nutritivos, las defiende de los peligros de alimañas y de ladrones y las devuelve a salvo al redil . La figura del pastor es recurso del que se valen los autores bíblicos para hablarnos de Dios. Jesús se sirve también de esta imagen para manifestarnos su proceder y sus sentimientos. Él es el pastor sincero y fiel que se deshace en atenciones: busca a la oveja descarriada, sale al encuentro de las que no están, quiere un solo rebaño, ofrece en abundancia los valores del Reino a todos y entrega la vida por amor. Para nosotros la imagen del pastor significa bien el papel desempeñado por Cristo en beneficio de los hombres. A este respecto recordar unas palabras del Papa Francisco: “<<El Buen Pastor da su vida por las ovejas>> (Jn 10,11): estas palabras se realizaron plenamente cuando Cristo, obedeciendo libremente a la voluntad del Padre, se inmoló en la Cruz. Cristo es el Pastor verdadero, que realiza el modelo más alto de amor por el rebaño: Él dispone libremente de su propia vida, nadie se la quita, sino que la dona a favor de las ovejas”
Esta imagen de Jesús, como buen Pastor, ha marcado la conciencia y la memoria de la Iglesia. Desde el principio hasta ahora se ha venido destacando la lección formidable de este Pastor: su elegante generosidad, su sacrificio liberador: “nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente”.
Las comunidades cristianas de todos los tiempos tenemos un gran ejemplo en este modelo de pastor. Es un ejemplo claro de cómo debemos vivir las responsabilidades dentro de la comunidad y cómo debemos ser misioneros que salen a buscar a los que no están. Es una motivación a intensificar la fraternidad hacia dentro y hacia fuera. Este Pastor nos invita hoy a comulgar con sus valores para seguir caminando por la ruta de la solidaridad y del servicio, el culto que agrada a Dios. Sabe muy bien lo digno y el gran don que es vivir como hijos de Dios. Quien lo escucha y sigue, desarrolla el mayor de los aciertos.
Contemplando hoy al Buen Pastor hemos de considerar como comienza Jesús con la expresión “yo soy”. Una expresión que nos evoca el Yo soy del Antiguo Testamento que es el nombre de Dios. Encontramos esta expresión cuando Dios le responde a Moisés que e pregunta quién es, cómo se llama y le dice “Yo soy”. Este Yo soy dicho por Jesús es sobrecogedor y nos está diciendo que es Dios, el Dios con nosotros.
Y se nos muestran tres rasgos del Buen Pastor:
1. Conoce,“conozco a las mías” , ello implica que hay una relación profunda, una comunión de vida entre Jesús y nosotros. Conoce nuestras miserias y debilidades y conoce nuestras cualidades. Esto me lleva a preguntarme ¿le conozco yo a Él? ¿Busco conocerle más cada día?
2. Ama. Su amor es extremo, pues está dispuesto a entregar su vida por las ovejas, por cada uno de nosotros. A pesar de nuestras miserias el Señor nos ama inmensamente. Y nos cura, nos alimenta, nos protege. Y lo sigue haciendo hoy por medio de los Sacramentos. Tengo que preguntarme ¿experimento esto?.
3. Da la vida. “Yo entrego mi vida”. Es lo que estamos celebrando ahora en la Pascua, que Jesús entregó su vida para que nosotros tengamos vida. Estamos llamados a ser testigos de la vida nueva que el Señor nos regala.
El Buen Pastor, Jesús, espera nuestra adhesión hacia Él. Implica el dejarnos guiar, seducir y regir por su cayado y por su voluntad. Tres huellas, del Buen Pastor, nos pueden ayudar a no alejarnos de Él y a manifestarle a Él:
La Palabra: “Escucharán mi voz”. Hemos de escuchar al Señor, dejarnos iluminar por Él. Nos anima en tiempos de dificultades. Nos rescata de atolladeros en los que, por diversas circunstancias, nos hemos metido. La Palabra del Buen Pastor es siempre segura, certera, sabrosa. No escucharla nos lleva, en la mayoría de los casos, a un desconocimiento total de la Persona de Cristo y de su Misión
La Oración: con la oración, el Buen Pastor, se relaciona personalmente con cada uno de los miembros de su rebaño. Con la oración, Jesús, nos señala la vía que hemos de escoger para no perdernos en las noches oscuras de la vida. Con la oración sentimos la necesidad de entrar en diálogo con Aquel que nos ama, que nos comprende y que nos quiere tal y como somos. Nos da su fuerza, su vida. Sin Oración no es posible ser cristianos, no es posible seguir al Buen Pastor
La Eucaristía: sin ella, los amigos de Cristo, nos debilitamos, vamos cogiendo una anemia espiritual que nos separa de Él. El cristiano que no vive ni participa de la Eucaristía corre un serio riesgo: ser un simple borrego. Se deja ordenar por los dictados del mundo. Se alimenta exclusivamente por otros alimentos perecederos que la sociedad ofrece, para embellecer el cuerpo o agradar el paladar, pero en detrimento de la belleza del espíritu o del alma. La Eucaristía es nuestro Alimento principal para vivir nuestra fe en el Buen Pastor, para testimoniar al Buen Pastor, para vivir según sus sentimientos y actitudes.
Hermanos y Amigos, celebremos con gozo este Domingo Pascual del Buen Pastor, Digámosle con todo el corazón que queremos vivir perteneciendo a su Rebaño, la Iglesia. Y recemos por las Vocaciones. Ciertamente toda vocación, la misma vida de la Iglesia, su mismo existir, su apostolado… brota del Encuentro Pascual.
Jesús es el único Pastor: los sacerdotes participan de ese único pastoreo. Oremos hoy también por nuestros pastores, para que lo sean según el Corazón de Cristo. Y nos ayuden a todos a vivir la misión encomendada por el Buen Pastor, pues cada uno de los creyentes desde su Vocación con su testimonio de vida ha de mostrar a los demás el inmenso amor que Dios nos tiene, cada uno está llamado también a ser “pastores”; es decir, a mostrar la solicitud amorosa que Dios tiene a los hombres de nuestro tiempo prestándoles el servicio que necesitan, llevando adelante el mensaje de Jesús.
Que el Espíritu Santo conceda vocaciones consagradas a su Iglesia, suscitando respuestas generosas a todas las llamadas que sigue haciendo hoy en los corazones. Que nos conceda escuchar la voz de nuestro Pastor y seguirle, identificándonos poco a poco cada día más con Él.
Y hoy terminar recordando lo que de una manera preciosa escribe Luis de Góngora de Cristo Buen Pastor, que nos alimenta, que por nosotros se hace pasto.
Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también.
Por descubrirte mejor
cuando balabas perdida,
dejé en un árbol la vida
donde me subió el amor;
si prendas quieres mayor,
mis obras hoy te la den.
Pasto al fin tuyo hecho,
¿cuál dará mayor asombro,
el traerte yo en el hombro,
o traerme tú en el pecho?
Prendas son de amor estrecho,
que aún los más ciegos las ven.
Oveja perdida, ven
sobre mis hombros; que hoy
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también.
Adolfo Álvarez. Sacerdote