LLAMADA A VIVIR LA PACIENCIA
Y A SER LEVADURA DEL REINO
De nuevo el Señor sale a nuestro encuentro por medio de su Palabra y celebramos su Presencia en medio de nosotros en el Domingo, día de la Resurrección. Cada domingo es una gracia del Espíritu Santo que viene en ayuda de nuestra debilidad e intercede por nosotros con gemidos inefables, en palabras de San Pablo.
Seguimos en este Domingo en la Escuela del Señor a través del Evangelio de San Mateo, avanzamos en el capítulo 13 y continúa hoy las Parábolas del Reino,
El domingo pasado se nos presentaba el inicio de estas Parábolas del Reino con la parábola del sembrador y se nos hablaba de distintos tipos de tierra, y se nos hacía ver cómo en nuestra relación con Dios que pone su semilla en nuestro corazón puede haber distintos tipos de respuesta por nuestra parte y éramos invitados cada uno de nosotros a preguntarnos qué tipo de tierra somos.
En este domingo se nos presentan las Parábolas del trigo y la cizaña, del grano de mostaza y de la levadura. Estas tres parábolas tienen en común que con las tres se nos refiere el crecimiento del Reino de Dios. El Reino de Dios crece independientemente de la respuesta del hombre, crece por la acción de Dios.
Con la parábola del trigo y la cizaña se nos está diciendo que junto a las semillas del Reino que Dios va sembrando en nosotros también está presente y crece la cizaña. Con esta parábola se pone de manifiesto la existencia del mal moral en el mundo, pero nos hace ver la actitud de Dios que espera pacientemente hasta el final de la historia.
Crecen juntos trigo y cizaña, los valores del Reino y el mal y Dios es paciente. Dios es paciente, hermanos, con cada uno de nosotros, Dios espera y espera que demos fruto y fruto de vida eterna. Así en la Palabra de Dios de hoy se nos dice: “tu soberanía universal te hace perdonar a todos…en el pecado, das lugar al arrepentimiento” (Libro de la Sabiduría) .
No podemos cerrar los ojos ante la existencia del mal, no podemos llegar a considerar trigo lo que es cizaña, siempre tenemos que discernir y ser conscientes que se dan los dos a la vez, trigo y cizaña. Los valores del Reino se mezclan con valores antievangélicos como la insolidaridad, el egoísmo, el individualismo, la envidia… Y los valores evangélicos y los valores antievangélicos, trigo y cizaña, se dan en nosotros y se dan en los demás. Y por ello hoy es muy consolador descubrir que Dios nos hace ver esto y no se asusta, más bien nos hace caer en la cuenta que existe el trigo y la cizaña y que en medio de esta situación el Reino irá creciendo y seguirá adelante siendo fermento en la masa.
Hermanos y Amigos, hoy somos invitados a parecernos a Dios para que el Reino siga creciendo en nosotros y a nuestro alrededor. Descubrimos que Dios es paciente y que también es misericordioso. Descubrimos que Dios en su misericordia y en su paciencia siempre nos da una segunda oportunidad para que nos convirtamos en trigo y desaparezca de nosotros la cizaña y para ello nos acoge siempre nos muestra al máximo su misericordia, poniendo su corazón en nuestras miserias para que sanen y desaparezcan, dándonos su perdón.
Esta experiencia de la acción de Dios en nosotros donde conviven trigo y cizaña, nos tiene que llevar a actuar a la manera de Dios con los demás ante la cizaña que en ellos podemos ver , ser misericordiosos, ser pacientes y así colaborar a que la cizaña desaparezca y resplandezca el trigo. Y así se obrará en nosotros el crecimiento del Reino y poco a poco iremos dando fruto y haciendo que la cizaña vaya teniendo menos fuerza e incluso desapareciendo.
En esta parábola Jesús nos quiere hacer caer en la cuenta que con frecuencia la frontera entre el bien y el mal se encuentra en nuestro corazón. Y que hay una manera más autentica de vencer al mal que arrancarlo o vencerlo violentamente. Y esa manera es la de hacer crecer pacientemente los valores del Evangelio: la verdad, el amor, la paz la humildad, el perdón a los enemigos…comenzando por hacerlos crecer en nuestro corazón y así después con nuestras palabras y obras llevarlos a nuestro mundo.
En la parábola del grano de mostaza es la parábola de la fe y esperanza. Hoy se nos hace caer en la cuenta que cada uno de nuestras Comunidades cristianas por pequeña que sea tiene fuerza, la fuerza de Dios, para ir transformando el mundo, para ir abriendo caminos al triunfo definitivo del mal. Cada uno de nosotros no podemos olvidar que estamos llamados a ser ese grano de mostaza, esa levadura que en medio de nuestro mundo, con la ayuda del Espíritu de Dios, irá haciendo posible el crecimiento del Reino de Dios. Hemos de creer que Dios se vale de lo más pequeño e insignificante para vencer a la cizaña y hacer que desaparezca sin arrancarla impacientemente.
¡Cuantas veces una palabra de ánimo, una sonrisa, un gesto de amistad, un trabajo bien hecho, y tantas cosas pequeñas, muestran tener una capacidad que nos parece imposible! Gestos, cosas pequeñas que consiguen grandes cosas, que hacen que el Reino crezca.
Es muy conocida una frase de un escritor, Eduardo Galeano, donde afirma: <<Muchas cosas pequeñas, en muchos lugares pequeños, hechas por gente muy pequeña, pueden transformar el mundo>>. Llamada a no olvidarnos que estamos llamados a ser levadura en medio de nuestro mundo. Y ello haciéndonos presentes en nuestro mundo ofreciendo la alegría y la esperanza de Jesús.
Hermanos y Amigos, que el Espíritu de Dios nos ayude en este Domingo a sentirnos interpelados por el Señor que nos llama a colaborar y a trabajar por su Reino, a seguir adelante en esta tarea. Y que este Espíritu nos ayude a discernir siempre entre el trigo y la cizaña, para no olvidarnos que aquí, ahora, conviven el bien y el mal y que pongamos en práctica la manera de actuar de Dios que es con paciencia y con misericordia. Dios en este mundo no juzga a los malos, no arranca la cizaña, sino que espera su conversión hasta el último momento.
Sigamos correspondiendo al inmenso amor de Dios. Seamos hoy rostro de la misericordia de Dios que se nos ha manifestado en Cristo y que así vaya siendo vencida la cizaña y llegue a su culmen la cosecha de trigo.
Encomendémonos a la Virgen para que Ella nos ayude a alcanzar de Dios de ser buena semilla y así ser luz y sal en nuestro mundo dando frutos de Vida Eterna.
Adolfo Álvarez. Sacerdote