CRISTO RESUCITADO, CAMINO, VERDAD Y VIDA
Seguimos celebrando la Pascua, el corazón del Misterio Cristiano. La Resurrección de Cristo es el centro de nuestra fe. Los Domingos Pascuales son los domingos centrales de todo el Año Litúrgico.
Celebrar la Pascua es vivir en Cristo y como Cristo. Los tres primeros domingos de la Pascua contemplábamos las apariciones de Cristo Resucitado. El domingo pasado y este domingo contemplamos quien es Jesucristo Resucitado. El domingo pasado contemplábamos y celebrábamos que Jesucristo Resucitado es el Buen Pastor y en este domingo contemplamos y celebramos que Jesucristo Resucitado es “la piedra angular”, que es “el Camino, la Verdad y la Vida”
Es fundamental que conozcamos, y sobre todo que experimentemos, quién es Jesucristo para poder vivir nuestra identidad más profunda como cristianos. Ya se ha dicho muchas veces y hay que repetirlo que el ser cristiano, no es seguir una ideología, no es cumplir un conjunto de normas y preceptos, ser cristiano es tener experiencia de Jesucristo, Muerto y Resucitado, que vive y nos llama a testimoniarle en medio de este mundo que nos toca vivir. En Cristo Resucitado experimentamos, cada uno de nosotros, la Salvación que Dios nos ha regalado.
Hermanos y Amigos, dos notas muy importantes de Jesucristo se nos dicen hoy:
1) Jesucristo, Piedra Angular.
Este tiempo Pascual es un tiempo Bautismal, y este tiempo Bautismal nos hace recordarnos algo muy importante, que por el Bautismo formamos parte de la Familia de los Hijos de Dios, formamos parte de la Iglesia. Y En este Domingo nos hace una llamada a no olvidarnos que quien es el centro de esta familia que es la Iglesia, quien es la “piedra angular”, la piedra central, fundamental es Jesucristo, pero que cada uno de nosotros somos parte de esta familia, cada uno somos “piedra viva”. Esto pone ante nuestra contemplación algo fundamental, que no tenemos que perder nunca de vista: la clave de nuestra vida es Cristo, tiene que ser Cristo, de ahí que estamos en continua conversión, pues no siempre lo es.
El centro de la vida de la Iglesia es Cristo. El mensaje central de la Iglesia, es Cristo. Que importante es esto, cuantas veces la Iglesia da importancia o no pone en el centro a Cristo, no llevando a cabo entonces su misión y dedicándose a otras cosas. Y lo mismo nos ocurre a nivel personal, el centro de mi vida, de mí ser cristiano, es Cristo, y cuando son otras cosas o hago de mi ser cristiano un conjunto de normas o una ideología, no llevo entonces mi misión como debiera.
2) Jesucristo, Camino, Verdad y Vida.
Afirmación que nos deja asombrados, como dejó sombrados a los Apóstoles. Pero es que en su Humanidad se encuentra la Divinidad, a través de su Humanidad nos encontramos con la Divinidad.
En la vida cada una de las personas seguimos un camino para encontrar la felicidad, para darle sentido a nuestra vida. Así podemos encontrar que muchas veces nosotros y las personas a nuestro alrededor seguimos el camino del tener, del éxito, del bienestar, del egoísmo… Amigos el camino de la Felicidad es Jesucristo.
Cristo es el Camino. Y es Camino porque mirando a Jesús miro como se va al cielo, como se alcanza la felicidad. Si yo miro sus palabras, sus acciones, sus sentimientos y actúo en la vida a su manera alcanzo la felicidad plena. Jesús es la respuesta a todos nuestros interrogantes y búsquedas. Con Cristo lo tenemos todo, no estamos perdidos, y sin Cristo nos encontramos sin saber por donde ir, a dónde ir. Cristo da a nuestra vida una dimensión de eternidad. Él nos lleva al Padre.
Cristo es la Verdad. En Él se nos manifiesta la gran verdad del hombre y para el hombre. Hemos sido llamados a la vida por amor, por puro amor, que tenemos tanta dignidad que el Verbo se hizo carne por nosotros, murió por nosotros y resucitó por nosotros, y esto es el cimiento más importante de nuestra vida, pues somos hijos de Dios y si no conocemos esta Verdad no conocemos lo más importante, por ello necesitamos conocer y vivir esta Verdad. Jesús es la referencia sólida si queremos construir nuestra vida sobre roca, Él no se echa para atrás, Él no cambia según las conveniencias.
Cristo es la Vida. El cielo va ser estar con Él. La Gracia santificante, que es la vida en plenitud es Él, Cristo. Ser feliz, que se sacien todos nuestros deseos solo puede ser en Él. Él es el autor de la vida, toda la vida que existe fue por Él. Cristo es la Fuente de la vida y la Meta de la vida. Por esto hemos de estar pidiéndole al Espíritu Santo siempre que Cristo sea nuestra Vida, que no busquemos en otras cosas. En Cristo esta la plenitud de la vida. Cristo se nos da como Alimento de Vida en la Eucaristía. Desde la Eucaristía estamos llamados a ir al mundo para dar vida.
Hermanos y Amigos, estas dos afirmaciones que hace la Palabra de Dios este Domingo hemos de dejar que inunden nuestro corazón y hemos de ponerlas de manifiesto en nuestra vida de cada día mediante el vivir el Mandato del Amor, es decir actuando ante las distintas situaciones y ante los distintos problemas que vemos a nuestro alrededor a la manera del Señor, desde la entrega y el servicio a los demás. Creer es comprometerse, y comprometerse es amar, Y amar no de cualquier manera, amar al estilo de Jesucristo, viviendo con una plena confianza en Él.
Toda la vida cristiana consiste en hacer de nuestra vida una ofrenda al Padre unidos en Cristo y anunciar a todo el mundo la misericordia de Dios, que nos <<llamó de las tinieblas a su luz maravillosa>>. El Señor nos sacó, a cada uno de nosotros, del pecado y nos hizo capaces de obras buenas y santas, lo que no deja de sorprendernos. Y hemos de seguir dejándonos sorprender por Dios que nos ama inmensamente y que sigue obrando maravillas en nuestros corazones, en nuestras vidas cuando confiamos en Él.
Que la Virgen, que es Modelo de Caridad, de entrega y servicio a los demás, a la que contemplamos y rezamos de una manera especial en este mes de mayo y de cuya mano vamos viviendo este Tiempo de Pascua acercándonos a Pentecostés, nos ayude para que en este momento viviendo en el amor, en la entrega y el servicio mostremos que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Adolfo Álvarez. Sacerdote