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La Salvación Don de Dios
La Salvación Don de Dios
21 agosto, 2022
Escrito por
Padre Adolfo Sacerdote
LA SALVACION, DON DE DIOS CON NUESTRA COLABORACION
Seguimos a través del Evangelista San Lucas en la Escuela del Señor y continuamos avanzando en el Camino hacia Jerusalén. Y la Liturgia de este Domingo nos hace, antes que nada, pedirle al Señor que se nos conceda permanecer firmes en la verdadera alegría, en medio de los avatares del mundo, en medio de los avatares de cada día. Y nuestra alegría es Cristo que nos ha devuelto la amistad con Dios por medio de su muerte y resurrección y que nos ha descubierto nuestra condición de hijos de Dios y el inmenso amor que Dios nos tiene. Conviene aquí recordar las palabras del Papa Francisco en la Exhortación Apostólica “Evangelii gaudium”, la alegría del Evangelio:
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.
“Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.
El domingo pasado Jesús nos hablaba de las exigencias que conlleva seguirle. Pues bien ante aquellas exigencias le plantean a Jesús una pregunta. <<Señor ¿son pocos los que se salvan?>>.
Jesús no responde directamente a la pregunta, sino que nos dice cual es el camino para la salvación, y por eso Jesús responde: <<Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán…>>
Jesús nos invita a pasar del mundo de las ideas al de la práctica y a centrar el tema en cada uno de nosotros. Se trata de ver cómo me sitúo yo ante la Salvación.
Dios quiere que todos nos salvemos, todos, pero hace falta nuestra respuesta libre a este Don de salvación que se nos hace. Esto, podríamos decir, es como un profesor que, en principio, quisiera que todos los alumnos aprobasen, pero los alumnos tienen que hacer su trabajo para poder aprobar. Dios nos ofrece la salvación de forma totalmente gratuita pero hemos de acogerla libremente.
Jesús nos muestra que Él mismo es la puerta por la que accedemos a la vida como hijos de Dios. Puerta que nos conduce al encuentro definitivo con el Padre. Jesús más que dejarnos una especie de mapa con indicaciones de los caminos que conducen a la Tierra de Salvación, nos trazó el camino con su propia vida. Nos dejó las huellas de sus pasos para que nosotros los sigamos.
Hermanos y Amigos, la salvación solo puede ser acogida como un regalo de Dios. Esto es lo que significa “entrar por la puerta estrecha”.
Por ello tenemos que poner de nuestra parte y tenemos que preguntarnos ¿Qué actitudes hay en mi vida que me lleven a la salvación? , pues Jesús nos dice que no basta con decir <<Señor, Señor>> sino que tenemos que cumplir la voluntad de Dios en toda circunstancia, es decir hemos de querer en cada momento corresponder al amor y la gracia de Dios con nuestra manera de vivir, con nuestras palabras y obras.
La salvación no es el resultado de los esfuerzos que yo he hecho para salir de una situación, la salvación alude a que alguien te tiene que sacar de una situación de la que tú no puedes salir por ti mismo, pero en la tú tienes que colaborar, porque no te pueden salvar sin ti.
<<Entrar por la puerta estrecha>> que es Jesucristo supone ir dejando nuestra mundanidad para irnos configurando con Él, y esto supone, como nos recuerda hoy el autor de la Carta a los Hebreos, dejarnos corregir por Dios.
Se trata de confiar plenamente en Dios, de poner en Él nuestras seguridades. Cuando se acoge a Jesucristo, que se hizo pobre por nosotros, se descubre, entonces, que reconocer nuestra propia debilidad no es un fracaso ni una vergüenza, sino que es precisamente la puerta por donde entra la salvación de Dios.
La puerta estrecha nos invita, por ejemplo, a acoger con sencillez las enseñanzas de la Iglesia; a acercarnos con humildad y agradecimiento a los Sacramentos, a no frivolizar en la práctica de la caridad, a ser agradecidos con Dios que puso su casa en nuestra casa a través del Misterio de la Encarnación.
El secreto para entrar por la puerta estrecha, para experimentar la salvación de Dios es, nos lo dicen los Santos, podemos mencionar a Santa Teresita de Lisieux, es ser pequeños y humildes de corazón, pues lo que muchas veces nos impide cruzar esta puerta estrecha es el orgullo, la soberbia, el egoísmo.
El Papa Francisco en la Exhortación Apostólica sobre la llamada la Santidad, “Gaudeteet exultate” en el segundo capítulo nos advierte de caminos falsos a la santidad, es decir a la salvación y que hoy tenemos, seguimos teniendo, peligro de seguir:
– El gnosticismo, que defiende la salvación por medio del conocimiento, un conocimiento más elevado y profundo de Dios nos da la salvación.
– El pelagianismo, que dice que uno se salva porque todo el bien que yo hago se lo presento a Dios para que me dé la salvación, que me gané a pulso.
También podemos mencionar el Protestantismo donde se afirma que uno no puede hacer nada por salvarse, que Dios salva gratuitamente; que no vale para nada ningún esfuerzo personal, porque el ser humano está corrompido por el pecado original. Lo único que nos sala es la fe, por lo que “peca fuerte y cree más “
Hermanos y amigos nosotros creemos que Dios es quien salva gratuitamente, por medio de Jesucristo nos salva, pero hemos de colaborar nosotros. Tenemos que acoger la Salvación que nos ofrece viviendo en el amor a Dios y al prójimo. Es decir la Salvación es Don de Dios pero no podemos quedarnos de brazos cruzados. San Agustín nos dirá a este respecto:
“Ni la gracia de Dios sin ti, ni tú sin la gracia de Dios”.
Solo Dios puede salvar y realizar la salvación destruyendo el pecado del mundo. Y esta fue la misión de Cristo que realizó mediante su muerte en la Cruz. La Salvación es el regalo misericordioso, y siempre inmerecido por nuestra parte, que Dios nos hace.
Pero hemos de acoger este regalo y lo acogemos pasando por la puerta estrecha de la fe en Jesús, poniéndonos en sus manos, viviendo sus actitudes de amor a Dios y amor al prójimo y dando testimonio del ante los demás con nuestras obras y palabras. No podemos vivir como si Dios no existiese y querer la salvación.
La novedad de un cristiano estriba en que precisamente, una vez descubierto a Jesús, nuestra Alegría, nuestro Tesoro, es urgido y empujado a sembrar siempre el bien arrastrado e interpelado por presencia de Dios en su vida (no movido por meros fines sociales). De aquí que hoy somos interrogados si de verdad conocemos a Cristo, si de verdad experimentamos a Cristo como Camino, Verdad y Vida de nuestra vida. Se nos desvela hoy que no basta tener conocimientos de Cristo, saber cosas de su vida, sino que es necesario tener experiencia vida, de su presencia en nuestra vida y dejarse transformar por su amor para vivir continuamente con Él, en estrecha amistad
Hermanos y Amigos, no podemos entrar en el lugar donde todo es amor si antes no nos hemos dejado empapar de ese amor, así como no podemos entrar en el banquete nupcial si antes no nos hemos querido revestir de fiesta, si no vivimos en gracia. Ahora no lo olvidemos: la invitación está ahí, la seguimos teniendo, y la puerta siempre estará abierta.
Que con la ayuda del Espíritu vayamos poniendo a Dios en el centro de todo lo que hacemos, decimos, pensamos y construimos y vivamos siendo testigos de Jesucristo como Señor de todo y experimentemos el Don de la Salvación mostrándole a Él como nuestro Único Salvador.
Que nos mantengamos despiertos para que nuestra vida sea cada día más conforme con el Evangelio de Jesús.
Adolfo Álvarez. Sacerdote
La Asunción
Llamada a la Humildad