LA TRANSFIGURACION DEL SEÑOR:
DEJARNOS ILUMINAR POR EL SEÑOR, FORTALECER NUESTRA FE EN ÉL.
En este Domingo celebramos la Fiesta de la Transfiguración del Señor, que en muchos lugares es celebrada con el nombre de la Fiesta del Salvador. Este Misterio de la Transfiguración que hoy contemplamos en el Evangelio tiene capital importancia en la vida del Señor. Fue un mostrar a los Discípulos, en este momento concreto son Pedro, Santiago y Juan, un anticipo de su gloria como Resucitado y una demostración de que la Pasión que les acaba de anunciar y que ellos rechazaban es un medio necesario para la Glorificación, para la Resurrección.
Así aparece referido este Misterio en el Prefacio de la Misa de este día, que dice: “…revistió con gran resplandor la figura de su cuerpo semejante al nuestro, para arrancar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz, y manifestar que, en el cuerpo de la Iglesia entera, se cumplirá lo que modo maravilloso, se realizó en su Cabeza”
El Papa Benedicto XVI nos decía al respecto de este Misterio de la Transfiguración: “Pedro, Santiago y Juan, contemplando la divinidad del Señor, se preparan para afrontar el escándalo de la cruz, como se canta en un himno antiguo: “En el monte te transfiguraste y tus discípulos, en la medida de su capacidad, contemplaron tu gloria, para que viéndote crucificado, comprendieran que tu pasión era voluntaria y anunciaran al mundo que tú eres verdaderamente el esplendor del Padre.”
La Transfiguración tiene también mucha importancia para nosotros y para nuestra vida cristiana. Y ello porque nos ilumina en el tiempo presente, en lo que estamos viviendo en este momento actual. Y porque nos descubre lo que acontecerá con nuestro cuerpo tras la muerte, cuando vivimos como Discípulos del Señor.
Nos ilumina el tiempo presente: Los Apóstoles no entienden lo que Jesús les acaba de decir, que va a entregar su vida en la Cruz, y se revelan con ello, y ante esta situación Jesús salió a su encuentro con el Misterio de su Transfiguración y les adelantó lo que vendría después de su muerte en la Cruz. Les hizo experimentar que sería Glorificado y saldría triunfante de la muerte.
Nosotros nos encontramos hoy ante pruebas serias para nuestra fe, pues hoy Jesucristo también es rechazado, despreciado y se considera a quienes somos sus discípulos enemigos de la libertad y el progreso y ante esta situación podemos desanimarnos, vivir dudando, escondernos. Por eso necesitamos dejarnos inundar de la Transfiguración y fortalecer nuestra fe en el Señor, afianzar nuestra esperanza en Cristo Resucitado, para siempre tener animo, pata testimoniar con gozo, a través de nuestras obras y palabras que Jesús es el Señor, el Salvador.
Nos descubre lo que acontecerá con nuestro cuerpo tras la muerte: Pasaremos por la muerte, pero para volver resucitados a la vida, a la vida eterna. Nuestro cuerpo, que es parte de nosotros, está destinado a la misma suerte que todo nuestro ser: la vida eterna, a la gloria para siempre. Y aquí está el centro de nuestra fe, Cristo resucitó, y nosotros, miembros de su Cuerpo, también resucitaremos.
En cada Comunión Eucarística vamos comiendo y anticipando la Vida Eterna.
Hermanos y Amigos, Jesús es el Salvador, el Señor que muere y resucita para nuestra Salvación. Seguir a Jesús significa llegar a gozar con Él, descubrirlo como lo que es, pero mientras tanto, no tengo que quedarme en la montaña, sino que tengo que bajar y seguir le adentrándonos en sus sentimientos, en sus actitudes y en esa tarea preguntarnos: ¿qué es lo que significa para mí que este Jesús, mi Salvador? ¿Encuentro pleno sentido a mi vida en Él? En definitiva tengo que pararme y contemplar los acontecimientos de mi vida presente a luz de la fe, a la luz de Cristo, el Señor, para, por medio de su Espíritu, descubrir la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. Y mi vida sea cada día más consecuente con la fe cristiana, con el anuncio y el testimonio de Cristo, Salvador.
Hermanos y Amigos, el Salvador viene a nuestro encuentro conocedor de cuáles son nuestras lágrimas, nuestras tristezas, nuestras cruces y también cuáles son nuestras alegrías y esperanzas. Él nos da una palabra de aliento, la palabra que hoy se nos invita a escuchar en el Evangelio cuando se nos dice: <<Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo>>
Celebrar la Transfiguración es consolidar nuestra fe en Jesús el Hijo de Dios. Es experimentar de nuevo el encuentro con Cristo que nos llena de paz, de sentido, de alegría. Es experimentar y testimoniar que creer en Cristo es una autentica gozada, una gozada que merece la pena.
Amigos, en este día en el Tabor de la Eucaristía, dejémonos transfigurar por Cristo, su Amor y su Luz nos acompañe siempre.
Adolfo Álvarez. Sacerdote