LA TRINIDAD, ¡UN MISTERIO DE AMOR!
GLORIA AL PADRE POR EL HIJO EN EL ESPIRITU SANTO.
Después de haber culminado las Fiestas Pascuales con la Solemnidad de Pentecostés vamos a celebrar ahora tres Solemnidades que prolongan la alegría de la Pascua y nos hacen balbucear en el Amor inmenso de Dios para con nosotros: La Santísima Trinidad, el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo y el Sagrado Corazón de Jesús.
Hoy, en este domingo, somos convocados a celebrar la Santísima Trinidad: Contemplar el rostro de Dios que se nos ha revelado. Contemplar a un Dios que es el principio y el fundamento de todas las cosas, que las llama a la existencia y las quiere llevar a la plenitud.
Este domingo, con esta Solemnidad, es como una invitación que Dios nos hace cada año a contemplar y a meditar su misterio de vida y amor. Un Misterio que nos interpela en nuestra relación con Dios y con la comunidad, que nos cuestiona nuestra manera de vivir y que nos desborda, pues supera nuestro entendimiento y comprensión.
Es un día de Celebración dedicado a las tres Divinas personas glorificándolas conjuntamente, ya que ellas son las protagonistas de nuestro existir, de nuestra redención y nuestra santificación:
• Dios-Padre que nos ha que nos ha hecho sus hijos en Cristo, por medio del cual nos ha salvado.
• Dios-Hijo, que se ha hecho Hombre por nuestra Salvación y que por su amor a nosotros nos envía el Espíritu Santo
• Dios-Espíritu que nos anima y nos impulsa a vivir la comunión entre todos los hombres.
Lo que el Misterio de la Trinidad suscita en nosotros lo sintetiza la Oración colecta de este día en tres partes: profesar en fe, reconocer la gloria, y adorar la unidad, todo ello referido a la Trinidad santa. De esta manera honramos hoy específicamente a Dios.
La Antigua Alianza no tenía conocimiento del gran Misterio de la Trinidad. Lo más importante de esta etapa de la revelación era la unidad y espiritualidad de Dios, así como sus atributos de omnipotencia y misericordia, como lo demostró al liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Así lo proclama hoy el Libro del Deuteronomio en la primera lectura: “El Señor es el único Dios” (Dt 4,39). Hoy hemos de reconocer en el hoy de la historia, en el hoy de nuestra vida que Dios es verdaderamente el único Dios para cada uno de nosotros, contemplando de nuevo, experimentando de nuevo, la historia de amor que Dios ha realizado en cada uno de nosotros desde que nos llamó a la existencia.
Avanzando de forma definitiva en la Revelación del Misterio Divino, Jesús nos habló de Dios como una comunión de amor y manifestó la realidad de las Tres Personas Divinas sin romper la unidad estrecha entre ellas.
Con la encarnación del Hijo eterno del Padre, la vida intima de Dios se hizo real para mundo, se nos revela a cada uno de nosotros, para que podamos tener parte en esa vida íntima entrando en el eterno círculo del amor de Dios. Jesucristo es la plenitud de la Revelación. El nos ha hecho conocer que es el Hijo del Padre celestial, y que nos da el Espíritu que es de Él y del Padre. Por Jesucristo, sólo por medio de Él, sabemos quién es Dios.
Hoy profesamos, reconocemos y adoramos a un único Dios, que es Padre lleno de bondad y de amor, que es Hijo sacrificado en el ara de la cruz por amor, que es Espíritu derramado en nuestros corazones que nos empuja a realizar obras de amor. Reconocer hoy el amor de Dios en nosotros, ha de llenarnos de profunda alegría, al mismo tiempo que nos lleva a reproducir en nuestra vida cotidiana su comunión de amor.
Hermanos y Amigos, si Dios nos dice quién es, Misterio de Comunión en el Amor, tres Personas distintas unidas en el Amor, es para revelarnos quiénes somos nosotros: creados a su imagen y semejanza, hemos sido hechos para entrar en una relación de amor, de comunión con Él y con nuestros semejantes, con nuestros hermanos, de tal manera que somos personas, tal como Dios quiere, en la medida que nos abrimos para entrar en la relación de comunión con Él y con los demás. Cada uno de nosotros somos persona en relación y nuestra existencia necesita de otras personas con quien relacionarnos.
En el Evangelio de este día se nos refiere de nuevo el Misterio Trinitario en relación con el Bautismo. Jesús nos reveló el Misterio de Dios y Él mismo mandó a sus discípulos que fueran por el mundo bautizando “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Por este Bautismo en el nombre de la Trinidad que hemos recibido, hemos sido constituidos hijos de Dios y se nos concedió el don del Espíritu que nos permite exclamar ¡Abba! (¡Padre!)y por este Bautismo hemos sido llamados a participar en la Vida Divina de Trinidad.
Hermanos y Amigos, en este día creo que es bueno recordar lo que sobre el Misterio de la Trinidad nos dice El Catecismo de la Iglesia Católica: “es el misterio central de la fe y de la vida cristiana” (nº 234), es un misterio que no sólo hemos de creer, sino que este misterio es el que da sentido a nuestra fe y a nuestra vida de creyentes, a todo lo que pensamos, decimos y hacemos como cristianos. Aquí está la base de todo cuanto creemos, el alma de toda nuestra vida y la razón de toda nuestra esperanza. Es el quicio y el eje en torno al cual gira constantemente nuestra vida de creyentes.
Celebrar el Misterio de Dios pide de cada uno de nosotros, pide de cada creyente, una profunda visión y actitud contemplativa, pues la vida del cristiano no se entiende ni sostiene sin la referencia orante a la Trinidad, como lo es la Oración Litúrgica, expresión de la Oración de toda la Iglesia, donde como Comunidad nos dirigimos a Dios Padre por medio del Hijo en el Espíritu Santo.
Desde esta visión contemplativa en esta Solemnidad tenemos muy presente la Celebración del “Día pro Orantibus”, es decir, el “Día de la Vida contemplativa”, que este año tiene como lema: “LA VIDA CONTEMPLATIVA, CERCA DE DIOS Y DEL DOLOR DEL MUNDO”. Hombres y mujeres que desde el silencio del claustro viven entregados a la Oración y la Alabanza a favor de toda la Iglesia, a favor de toda la humanidad y son cercanos y hacen suyos presentándolos a Dios el sufrimiento y dolor de todos los hombres, de todo nuestro mundo. Y que desde cada una de sus Comunidades quieren ser reflejo del Misterio de la Santísima Trinidad, viviendo quienes forman cada una de ellas en estrecha Comunión. Nuestra Diócesis cuenta con nueve Comunidades de Vida contemplativa: Agustinas Recoletas en Oviedo y Gijón, Benedictinas en Oviedo, Clarisas en Villaviciosa, Carmelitas Descalzas en Oviedo y Gijón, Dominicas en Cangas de Narcea, Pasionistas en Oviedo y Salesas en Oviedo, por todas ellas y por las todas las Comunidades de Vida Contemplativa damos gracias hoy a Dios y también rezamos por ellas para que el Señor las bendiga y para que surjan nuevas vocaciones al seguimiento del Señor desde esta Vida Contemplativa.
Hermanos y Amigos, demos gracias a Dios por toda su Obra de Amor y alabemos al Padre, por el Hijo con el Espíritu Santo y que todo el obrar de nuestra vida sea a Gloria de la Santa Trinidad.
Adolfo Álvarez. Sacerdote