LA FAMILIA DE NAZARET, EJEMPLO Y ESCUELA DE AMOR
En este domingo dentro de la Octava de Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Nuestra mirada se desplaza del centro del belén —Jesús— para contemplar cerca de Él a María y José. El Hijo eterno del Padre pasa de la familia eterna, que es la Santísima Trinidad, a la familia terrenal formada por María y José. ¡Qué importante ha de ser la familia a los ojos de Dios cuando lo primero que procura para su Hijo es una familia!.
La Navidad es no es sólo la Fiesta del amor de Dios que se hace hombre para hacerle partícipe de su amor y de su vida. Navidad es también la fiesta de la familia. Porque es el seno de una familia humana, donde es acogido con gozo, nace y crece Jesús, el Hijo de Dios. Dios quiso nacer y crecer en una familia humana. De este modo, consagró la familia como camino primero y ordinario de su encuentro con la humanidad.
La Iglesia en España celebra hoy la Jornada de la familia y este año lo hace con el lema: “Los ancianos, tesoro de la Iglesia y de la sociedad”
El modelo de hogar que se nos propone es el de la Sagrada Familia de Nazaret, donde es acogido con gozo, nace y crece el Hijo de Dios, hecho hombre.
Frente a lo que pudiéramos imaginar, nos encontramos con una familia pobre y llena de contratiempos. María tuvo que dar a luz en un establo, por ejemplo, y al poco tiempo toda la familia ha de huir a Egipto por temor a que Herodes asesinara a su Hijo. Y es de suponer, –como ocurre hoy en día a tantos extranjeros pobres–, que la Sagrada Familia experimentara el rechazo y la soledad. Fue una familia con problemas y dificultades, pero pese a la pobreza, las dificultades e incertidumbres, mantienen su fe en Dios, saben descubrir y colaborar con el plan divino. Es la oración, la obediencia a Dios, el mutuo amor lo que les mantiene unidos y lo que cohesiona sus vidas frente a las dificultades y sufrimientos. Será la ternura, el amor y la presencia de Dios en sus vidas lo que dé la categoría a esta familia, no la riqueza ni la ausencia de dificultades por las que hoy pelean tantas familias. Dios es su centro.
La Palabra de Dios de este día nos pone delante las actitudes que han de estar presentes en la familia cristiana, a la que el Concilio Vaticano II ha llamado y considerado “Iglesia domestica”. En una sociedad y en unos momentos en los que la institución familiar no disfruta del mérito y prestigio que merece es especialmente importante profundizar en su importancia y consideración desde nuestra fe cristiana.
La Sagrada Familia es una gran catequesis y se convierte en un buen modelo para saber por dónde tenemos que ir y de dónde tenemos que regresar. En Belén descubrimos que, el amor, es lo más importante.
La familia esta llamada a ser reflejo del amor de Dios a los hombres en medio de nuestra sociedad, en medio de nuestro mundo. La familia, y de una manera muy especial la familia cristiana, se debe fundar en el amor. Un amor que se manifiesta en la relación de Dios con los hombres, y de los hombres con Dios.
La Sagrada familia nos muestra cómo el amor natural que encontramos en cualquier familia humana puede abrirse al amor eterno de Dios y siguiendo sus pasos toda familia puede ser el lugar en el que ya desde pequeños experimentamos la presencia amorosa del Señor. La familia es la mejor escuela de vida cristiana, desde el ejemplo y testimonio de los padres. Desde el Hogar de Nazaret Jesús nos ha enseñado la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia.
San Pablo hoy nos ofrece todo un programa para vivir en esta comunidad de vida y amor que es la familia: comprensión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, perdón, ser agradecidos, ser portadores de paz. Todas estas actitudes son el fundamento de una vida en familia cristiana. Todas estas actitudes tiene como fuente principal el Amor. Y es que creo que es necesario hoy recordemos que la base de una familia está en el amor auténtico de todos sus miembros, entre ellos y hacia los demás. Y hay que señalar que en una familia cristiana no se trata de un amor cualquiera, sino un amor que bebe en la fuente del Amor de Dios y que es el que manifiesta en su vivir de cada día. Por eso para que el Amor de Dios esté presente es necesario vivirlo, experimentarlo… y para ello es necesario, yo diría imprescindible, cuidar cada uno de sus miembros y toda la familia junta, también, nuestra relación con Dios a través de la oración, personal y en familia, de la participación en la Eucaristía, a través de interiorizar la Palabra de Dios, a través de vivir el agradecimiento sincero por los dones recibidos de Dios, por nuestros familiares y amigos
Hermanos y Amigos De la familia de Nazaret se puede decir con el salmista: “Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos”(Sal 127). Temer a Dios, poner a Dios en el centro de la familia, nunca va en detrimento de la misma ni de sus miembros. Cuanto más abrimos nuestro corazón a Dios-Amor, más y mejor amamos y podemos amar a nuestros seres queridos; más fuerte se hace el amor y la unión entre los esposos, más verdadero y fuerte es el amor de los padres a los hijos y de los hijos a los padres. Dios siempre bendice a la familia y quiere que los hijos se adentren en su amor a través de ella.
En el Evangelio de este día se nos muestra también la importancia de la familia n la transmisión de la fe y la familia como “iglesia domestica”. Contemplamos cómo José y María suben con Jesús a Jerusalén, según lo mandaba la Ley, lo cual es, sin duda, un signo de la profunda religiosidad que vivía y sostenía a la Sagrada Familia, y en la que educado, en su humanidad, Jesús. Esto nos llevar a considerar la importancia de la familia como educadora y transmisora de la fe. La vida cristiana ha de ser vivida en familia, transmitiendo los padres a los hijos los valores del Evangelio desde su propio testimonio, y como aparece en el lema de este año, considerando a los ancianos como un tesoro a tener siempre en referencia y consideración por su papel dentro de la familia. A este propósito nos dice el Mensaje de este año de nuestros Obispos: “ ¿Que pueden aportar los abuelos en la familia? Muchos de nuestros abuelos desde la atalaya de su experiencia, habiendo superando muchos contratiempos han descubierto vitalmente que no merece la penar atesorar tesoros en la tierra, <donde la polilla y la carcoma los roen> y se han esforzado por hacerse <un tesoro en el cielo> (Mt 6,19-21). Por ello, ellos, que son la memoria viva de la familia, tienen la transcendental misión de transmitir el patrimonio de la fe a los jóvenes…”
Hermanos y Amigos, como cristianos es hoy, fiesta de la Sagrada Familia, un buen día para preguntarnos si nuestras familias viven en el amor mutuo que Cristo nos ha enseñado y en la confianza de que pase lo que pase, Dios Padre siempre está con nosotros. ¿Qué diría la Sagrada Familia de cada una de nuestras familias? ¿Qué ven los demás en nuestras familias cristianas? ¿Cómo debiéramos vivir? ¿Qué consideración les damos a nuestros ancianos?
A toda la Iglesia, a cada uno de nosotros, a cada una de nuestras familias, nos alienta en este día la Sagrada Familia de Nazaret a ser testigos del amor de Dios, a descubrir la gracia de ser cristianos y a mostrar el tesoro de la familia cristiana como sacramento del amor que la humanidad espera ver hecho carne en personas concretas que viven y testimonian la alegría del Evangelio, alegría vivida en el amor y en el amor en la familia.
Encomendemos hoy a nuestras familias a la Sagrada Familia. Pidamos por las familias que sufren, por rupturas, por enfermedad en alguno de sus miembros, por no tener lo suficiente para vivir… pidamos por el sufrimiento de tantas familias a causa de la pandemia que estamos atravesando, y pidamos con el Papa Francisco: Que cada familia sea acogedora morada de Dios. Pidamos con esta Oración
Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a vosotros nos dirigimos con confianza.
Sagrada Familia de Nazaret
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.
Jesús, María y José,
escuchad y atended nuestra súplica, Amén
María, José y Jesús, ayudadnos
El Señor bendiga a todas las Familias. ¡Feliz día de la Sagrada Familia!
Adolfo Álvarez. Sacerdote