EL ROSARIO:
DEVOCIÓN PARA VIVIR CON MARÍA, SER TESTIGOS DE LA FE
Celebramos hoy la memoria, fiesta, de Nuestra Señora del Rosario y todo este mes de octubre es el mes que la Iglesia, tradicionalmente en su devoción popular, lo ha consagrado a María en la devoción del Rosario.
Esta devoción del Rosario es la devoción mariana más recomendada por los Papas a lo largo del tiempo, también en nuestros días, como medio de profundización en los Misterios de nuestra Salvación bajo la mirada confiada y la intercesión maternal y poderosa de María, nuestra Madre.
El Papa León XIII escribió diez encíclicas sobre el Rosario y en una de ellas decía: <<El Rosario es la fórmula más eximia y excelente de oración>>. Y su sucesor, San Pio X, afirmó que: <<el Rosario es un medio de los más eficaces para obtener la gracia del Cielo, porque es la oración por excelencia>>
El Papa Pio XI dice sobre el Rosario: “Esta oración del Rosario, es el resumen del Evangelio. El Rosario es el medio privilegiado, entre todos los demás, para procurar la vuelta a Cristo de los individuos y de las naciones”
Pio XII nos dijo sobre el Rosario: <<Es el breviario de todo el evangelio, meditación de los misterios del Señor, sacrificio vespertino, guirnalda de rosas, himno de alabanza, plegaria doméstica, norma de vida cristiana, garantía cierta del poder divino, apoyo y defensa de nuestra salvación>>
Juan XXIII afirmo sobre el Rosario: << Es una oración para todos…>><<El Rosario es una oportunidad de profundizar en la vida de Jesús a través de la contemplación de los misterios>>
El Papa Pablo VI dijo sobre el Rosario: “El Rosario es un diálogo y una contemplación. Es la oración que nos une a Dios, y que, en la misma medida, nos mantiene en la alegría de poseer a Dios”.
El Papa Juan Pablo II nos dejó escrito sobre el Rosario: “Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la ‘escuela’ de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje. En el Rosario, mientras suplicamos a María, templo del Espíritu Santo (cf. Lc 1,35), Ella intercede por nosotros ante el Padre que la ha llenado de gracia y ante el Hijo nacido de su seno, rogando con nosotros y por nosotros” (Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, nn.14 y 16).
El Papa Benedicto XVI afirmó: <<En el mundo actual tan dispersivo, esta oración -el rosario- ayuda a poner a Cristo en el centro como hacía la Virgen, que meditaba en su corazón todo lo que se decía de su Hijo, y también lo que El hacía y decía>> <<Cuando se reza el rosario, se reviven los momentos más importantes y significativos de la historia de la salvación; se recorren las diversas etapas de la misión de Cristo>>
Y el Papa Francisco nos dice: <<El Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón>>
Hermanos y Amigos, el rosario nos ayuda a través de la contemplación de los Misterios de nuestra Salvación (la Encarnación, la Vida, la Pasión y la Muerte, y la Resurrección del Señor), a un penetrar más profundo en el conocimiento de Cristo, nuestro Salvador, a través de María, nuestra Madre, que además de Madre Cristo fue también Discípula perfecta de Cristo.
En el rezo del Rosario María es nuestra compañera de oración: de una oración movida por Espíritu Santo y que, a través del Hijo, va dirigida hacia el Padre con todo nuestro amor.
Podemos señalar algunas características importantes del Rosario:
Es una Oración Mariana. En esta oración saludamos y felicitamos a María (Lc 1,48) y a la vez uno ora y medita con María, la Madre de Jesús.
Es una Oración Cristocéntrica. Está centrada toda esta oración en los Misterios de Cristo. Es un itinerario de anuncio y de profundización en el Misterio de Cristo.
Es una Oración Bíblica. Se medita sobre las fuentes de la revelación: Biblia y tradición, cuyos elementos esenciales están sacados de la Biblia (el Padrenuestro y la 1ª mitad de la avemaría, como los misterios)
Es una Oración contemplativa. Con María y de su mano contemplamos a Cristo y a través de esta contemplación estamos llamados a configurarnos con El, es decir a ir teniendo los mismos sentimientos y actitudes del Señor.
Es una oración catequética. Enseña las principales verdades de la fe y al mismo tiempo es una mina de lecciones de virtudes,, actitudes…
Es una Oración paralitúrgica. Es a la vez preparación y una continuación de las Celebraciones Litúrgicas, especialmente de la Eucaristía.
La clave fundamental y que nunca hemos de perder de vista es: María. Se alcanza el dominio, la valoración, del Rosario cuando logramos rezarlo junto a Ella, al compás de su corazón, contemplando los misterios con el amor de la Madre, la humildad de la Esclava del Señor y la fidelidad de quien estuvo al pie de la Cruz. Y, así, María nos ayuda a orar en sintonía con el Espíritu de su Hijo, que clama en nuestro corazón palabras inefables (cf. Rm 8,26) que sólo entienden los enamorados. Palabras que brotan en forma de Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Hermanos y Amigos, al contemplar los Misterios del Señor e invocar a María hemos de sentirnos estimulados a imitar a María en sus virtudes: ésta es la mejor devoción que le podemos tener a la Virgen( Concilio Vaticano II, Lumen gentium nº8). María no es semidiosa, sino la Pobre de Yahvé, María es la Intercesora. Cristo es nuestro único Mediador y la Virgen es la primer testigo del Amor Salvífico de Dios manifestado en Jesucristo.
María es mujer de fe. Se fía de Dios, “he aquí la esclava del Señor”. Como Ella hemos nosotros de confiar plenamente en Dios, fiarnos de Él.
María es mujer de esperanza. Al fiarse de Dios esperó que se cumpliera lo dicho. Nosotros estamos llamados a transmitir esperanza a nuestro alrededor, muchas veces lleno de desánimos y desesperanzas, a transmitir optimismo, gozo, que nos hace sentir la presencia de Cristo en medio de nuestra vida.
María es mujer de caridad. En medio de sus problemas va en ayuda de los demás, ayuda a su prima Isabel, ayuda a los novios en Caná. Es ejemplo para nosotros muchas veces dominados por el individualismo, la insolidaridad, el pensar que sólo nosotros tenemos problemas. De la mano de María estamos llamados y urgidos a vivir el Mandato del Amor, el caminar juntos ayudándonos unos a otros en el camino de la vida.
Rezar el Rosario así, es signo de nuestro amor a María, signo de nuestra vinculación con Ella y, por medio de Ella, con su Hijo Jesús. Meditando el Rosario, unimos los hechos agradables y tristes de nuestra propia vida con los misterios gozosos y dolorosos de la vida de Jesús y María.
Hermanos y Amigos quiero concluir esta reflexión sobre el Rosario, en este día de su Fiesta, con unas palabras de San Juan Pablo II sobre el Rosario, para que cultivemos esta Oración, para que cada día vivamos mas auténticamente nuestro ser cristianos y difundamos esta devoción a fin de que otros de la mano de María se encuentren con Cristo y vivan el gozo de la fe: <<El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda, espiritual y pedagógica para la contemplación personal, la formación del Pueblo de Dios y la nueva evangelización>> <<De verdad, en el Rosario el camino de Cristo y el de María se encuentran profundamente unidos. ¡María no vive más que en Cristo y en función de Cristo!>>(San Juan Pablo II)
Hermanos y Amigos, divulguemos y fomentemos esta devoción tan querida por la Virgen como así nos lo pidió en Lourdes y en Fátima. “A Jesús por María”
Adolfo Álvarez. Sacerdote