Con la Misa de este día como prólogo inauguramos el Santo Triduo Pascual.
Día de la Institución de la Eucaristía. Día de la institución del Sacerdocio ministerial. Día del Amor fraterno.
Jesús sabiendo que había llegado su hora convoca a sus discípulos más íntimos, a los Doce, y comparte con ellos los últimos momentos de su vida temporal celebrando con ellos la Pascua. “Vosotros sois mis amigos”.
A ellos les confía el Mandamiento Nuevo, la Eucaristía , “Haced esto en memoria mía” y el Sacerdocio. La bondad divina se abre como una cascada de acontecimientos destinados a ser otras tantas fuentes de vida para el hombre, que lo harán más humano, conforme al plan de Dios. Al lavar los pies a los Apóstoles, hará que nunca se olviden del tipo de relación que quiere ver siempre entre ellos: “como yo os he amado”.
¡Que intensidad pone Jesús hoy! Dice Él: Ardientemente he deseado comer esta comida con vosotros antes de padecer. El Señor instituye el Sacramento central de nuestra fe cristiana: el amor de Dios entregado, prenda de vida eterna.
Centro de este día es la Eucaristía. Y la Eucaristía es Jesucristo mismo, entregándose por nosotros en su pasión y en su cruz para darnos vida y para hacer posible que participemos con Él en su resurrección gloriosa. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y tiene que ser también el centro de nuestra vida cristiana. ¡No podemos vivir sin la Eucaristía!.
La vida nueva que brota de la Eucaristía es puesta de manifiesto en el Lavatorio de los pies, que hoy nos narra el Evangelio, y en el Mandamiento Nuevo del amor. Del lavatorio de los pies nace una Iglesia y un cristiano que se hace prójimo para los demás.
Demos gracias hoy al Señor por su presencia en la Eucaristía, preguntémonos si la Eucaristía es centro de nuestra vida, si nos dejamos lavar los pies por Jesús, si lavamos los pies que vemos nos piden ser lavados.
Adorémosle en silencio. Contemplemos a Jesús en su entrega por todos. Crezcamos en el amor a Dios y a los hermanos.